Por aquella época la bebida era rutina. Mientras mi mano izquierda no negociaba con nadie el Ducados, la derecha fluía del lápiz al whisky y de éste al lápiz, estableciendo un perfecto equilibrio entre la inspiración y la producción. Pero ese día se rompió el equilibrio y traspasé la línea. En mi delirio vi al gigante rosa, amenazante, con un gran hocico y el cuerpo cubierto de pinchos. Con suerte y ayuda conseguí salir de aquella. Dejé la bebida y conseguí mi primer gran éxito: Espinete. Rodia
Jajaja, muy bueno, Rodia. Tienes toda la razón, solamente alguien con los sentidos seriamente afectados por el alcohol podía concebir a Espinete.
ResponderEliminarNO me explico como no había caído hasta ahora, jeje.
ResponderEliminarAyer estaba leyendo una reflexión con mucha enjundia de Vila-Matas y, sin venir al caso ni a cuento, se me coló la imagen de un Espinete sádico y sanguinario. Juro que no había bebido.
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