viernes, 3 de febrero de 2012

Confesiones de un dibujante

Por aquella época la bebida era rutina. Mientras mi mano izquierda no negociaba con nadie el Ducados, la derecha fluía del lápiz al whisky y de éste al lápiz, estableciendo un perfecto equilibrio entre la inspiración y la producción. Pero ese día se rompió el equilibrio y traspasé la línea. En mi delirio vi al gigante rosa, amenazante, con un gran hocico y el cuerpo cubierto de pinchos. Con suerte y ayuda conseguí salir de aquella. Dejé la bebida y conseguí mi primer gran éxito: Espinete. Rodia

3 comentarios:

  1. Jajaja, muy bueno, Rodia. Tienes toda la razón, solamente alguien con los sentidos seriamente afectados por el alcohol podía concebir a Espinete.

    ResponderEliminar
  2. NO me explico como no había caído hasta ahora, jeje.

    ResponderEliminar
  3. Ayer estaba leyendo una reflexión con mucha enjundia de Vila-Matas y, sin venir al caso ni a cuento, se me coló la imagen de un Espinete sádico y sanguinario. Juro que no había bebido.

    ResponderEliminar