Insinuante, con su inconfundible aroma, se exhibía robusta y seductora. Mis ojos fueron directos a ella. Provocativa, con ese precioso color doradito, dejaba intuir el deleite con solo su presencia. Reconozco que sentí mariposas en el estómago y una repentina euforia. Levanté la mano y justo cuando me iba a decidir, mi mujer, que no es tonta y sabe de mis debilidades, me dio un manotazo y se dirigió al camarero "por favor una francesa, sin sal y sin aceite".
Qué he hecho yo para merecer esto.
ResponderEliminarAutora del micro: Pilar vinculoprivado.blogspot.com
Me gusta tu estilo gastronómico.
ResponderEliminarQué casualidad. Acabo de leer este relato en tu blog.
Un saludo
Gracias por visitar mi blog, hace poco que lo he hecho y en él publico relatos que tengo de hace tiempo y otros más recientes. Al mismo tiempo en éste también he empezado a poner alguno, porque mi blog apenas tiene visitas. Como curiosidad, y como habrás podido ver en mi blog, todos los relatos intento que sean de 80 palabras justas, sin contar el título.
EliminarUn placer. Lo continuaré haciendo o leyéndote aquí.
EliminarAunque sin sal y sin aceite....muy bueno
ResponderEliminarSaludos
country49