martes, 10 de abril de 2012

Testigos del ayer

Tenía un reloj colgado en la cocina.
Era sencillo y barato, me acompañó en la independencia primera, en noches sin calefacción, llenas amigos y risas.
Con el tiempo mis cocinas fueron cada vez más cálidas y solitarias.
El otro día, mi viejo reloj, se paró. Casi me alegré porque la verdad es que ya no pegaba ni en mi casa, ni en mi vida.
Pero la nostalgia usa extraños subterfugios y ahora echo de menos su tic-tac cordial.
Es curioso como el ayer nos asalta por sorpresa y nos sume en la melancolía.


desasosegada


1 comentario:

  1. Es curioso y entrañable. Es como una caricia en el corazón y un pellizco en el alma.

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