Tuvo la lúcida convicción de que la gobernanta de lengua larga y melena rubia corta, más que estar enferma o necesitada de calor hogareño ,había perdido la esperanza de escalar altos peldaños y pisar alfombras reservadas a grandes gerifaltes. Pero antes de acusarla se dio un tiempo para la reflexión y llegó a concluir que hay pecados mayores que la ambición humana. Pensó en irresponsabilidad, frivolidad, corrupción, y los encontró mucho más graves porque sumen a la ciudadanía en la desesperanza
JOSE CANCIO
Inteligente
ResponderEliminarEl tiempo dirá qué pesó más en la desesperanza de la esperanza. Los grandes pecados, cuando van unidos parecen pesar, a pesar de los pesares.
ResponderEliminarUn texto muy bien llevado.
Un saludo.
Otra vez muchas gracias. Me pareció oportuno y que, al mismo tiempo, casi nadie me había entendido.
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