Quién sabe si vivirá mucho o poco. Pero él SÍ LO SABÍA. Anotó una relación de sueños urgentes y aún posibles de materializar, antes de su definitiva retirada. Abrió la vitrina y tomó en sus manos un pequeño tarro de cristal que alojaba un barquito fabricado con mondadientes y que le regaló su abuelo en un ya lejano cumpleaños. Fracturó el recipiente y la pequeña nave escapó de su cárcel traslúcida para surcar un mar de aire que se le resistía. Se estremeció al ver este primer sueño cumplido.
country49
Me ha encantado country. Mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo también me he estremecido al leerlo, y he sentido el viento acariciar mi cara, mientras se alejaba el barco.
ResponderEliminarUn saludo.
Bravo, Country. Sueños incumplidos, trenes que pasan de largo, el tiempo cubriéndolo todo con una capa de desidia y desesperación... un relato evocador y maravillosamente melancólico.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, todos deberíamos hacer cuentas y ver los sueños que aún podemos alcanzar e intentarlo.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias a todos por leer y comentar. ¿Quien no ha tenido la tentación de extraer una miniatura encerrada en un bote? En este caso, la tentación se convirtió en sueño y el sueño en realidad.
ResponderEliminarSaludos
country49