Contemplé mis pantalón recién planchado, con incredulidad, a pesar de todo mi esmero, una arruga lucía en todo su esplendor en la pernera izquierda. Incapaz de salir a la calle con tamaño desaguisado, me apliqué a corregirlo. Puse la plancha a su máxima temperatura, con la función vapor, y me esmere en repasa el planchado, pero la arruga me esquivó, subiendo y bajando, haciéndome quiebros y regates, impidiendo deshacerla, le tiré agua encima para fijarla y en un descuido la alcancé, quemandola.
Alfred
A mi me pasa lo mismo con la plancha y me temo que ya es demasiado tarde. Tal vez sea cuestión de práctica.
ResponderEliminarOrigina.
Un saludo.
Gracias! Hay arrugas más que bellas son rebeldes.
EliminarUn saludo.