Pasó el invierno, y hasta el último friolero se deshizo de su chaqueta para exponer su piel al sol. Pero ella seguía teniendo frío, el alma petrificada por cristales helados y la piel cubierta de cuchilladas del viento invernal. Paseó bajo el sol ardiente su cuerpo encallado en un 16 de Enero hecho del vacío congelado de una ausencia. Unos niños que jugaban entre las rocas la encontraron muerta, acurrucada en una oquedad. Tenía las manos amoratadas y una lágrima congelada en la mejilla. Hank66
Pido perdón por comentar mi relato, pero quisiera dejar constancia de que fue inspirado por un relato previo de mi admiradísima Albada, a quien se lo dedico con todo mi cariño. Al César...
ResponderEliminarOtoño trasplantado en rocas invernales. Te leo y no parece impostado. Gracias.
EliminarLa lágrima de escarcha se deshelará entre los vientos alisios y los murmullos del siroco del próximo 16 de Marzo. Los vientos rezumarán aromas de salitre y ginesta amarilla entre olas de sol y tibios rayos de luna azul.
Un abrazo Andrés. Intentaré hacer un texto hankiano, y espero acertar, como has hecho tú.