Llegamos felices, radiantes diría yo, al fin de semana. Muy pocos no lo hacen, quizás sólo los más lúcidos, aquéllos más conscientes de sus propios fracasos. El resto nos alegramos de dejar atrás la vorágine del trabajo.Pero entonces llega el sábado. Nos enfrentamos a nuestra propia vida y encontramos que nuestros anhelos no son del todo satisfechos. Poco a poco nos vamos convenciendo de que vendrán mejores tiempos y así llegamos al lunes. En el fondo mejor así, a merced de la vorágine. Yira
Hola Yira, me alegra mucho volver a leerte.
ResponderEliminarUn abrazo literario.
Alsquare
Muchas gracias. Un saludo.
EliminarTienes razón; a veces no vivimos con plenitud ni el tiempo de ocio, ni el del trabajo esperando tiempos mejores; sin darnos cuenta que en ese trasiego se nos va la vida.
ResponderEliminarUn saludo.