martes, 19 de febrero de 2013

Donde tú estás...

Aquella urgencia me obligó salir en plena noche, para más inri, se trataba de un caserón tan alejado y destartalado que a la luz de la luna se me antojó espectral.
La puerta estaba abierta y un anciano yacía en su lecho pálido y sudoroso; aparentemente no había nadie más en la casa.
Le ausculté y viendo su estado, llamé a la ambulancia. Debí marcharme entonces, pero no tuve corazón para dejarle solo, así que me senté a su lado.
El enorme cuadro de la cabecera llamó mi atención; un joven y atractivo soldado me contemplaba sonriente.  Era él, no cabía duda, solo que 40 años más joven, 40 lustros más fuerte, 40 siglos más bello.
“En que extraños monstruos nos convierte el tiempo” pensaba agobiada cuando oí que intentaba hablar, acerqué mi oido a su cara y susurró: “donde estás tú estuve yo, donde yo estoy estarás tú”
El pánico me invadió y salí de la casa dando un portazo,  al día siguiente me contaron que había fallecido y su sentencia resonó aún más clara “donde tu estás…”

desasosegada

2 comentarios:

  1. El tiempo pasa para todos. Todas las etapas son interesantes, el tiempo puede servir para mejorar. Moribundo es un ser humano que se va, nunca un monstruo.
    El relato , real o ficticio? Tiene la cualidad de no distinguirse,en una situacion cotidiana, una urgencia grave, una atencion rápida, una muerte anunciada.

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    1. No, qué va, no hay monstruos, son seres ficticios que sólo se ven en las pelúculas. Todos los seres humanos somos mu majetes.

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