martes, 23 de abril de 2013

Compatibilidad obsesivo compulsiva

Tenía un TOC, trastorno obsesivo compulsivo. En las escaleras, por cada dos peldaños que subía, bajaba uno. No podía evitarlo, si subía de una vez, algo horrible pasaría y él sería el culpable por desencadenar el bucle caótico del efecto mariposa. Cuando alguien le miraba raro, decía: "Prescripción médica, tengo que ejercitar las articulaciones". Aquel día, estaba deseando llegar a casa para darle un beso y más a su mujer. El ascensor no bajaba y vivían en el noveno piso. Se lamentó lo justo y empezó: "Subo dos, bajo uno, subo dos, bajo uno..." Entró y la encontró en la ducha. El esfuerzo había merecido la pena. Unos minutos antes, el vecino había llamado a la puerta, venía a por azúcar, ella fue generosa y le ofreció el mejor almíbar de caña. Había mirado el reloj, él no tardaría en llegar. Invitó a pasar a su vecino y salió un momento al pasillo, llamó al ascensor y bloqueó la puerta dejándola abierta. Así ganaría tiempo, incluso el doble "subo dos, bajo uno". Tenía un trastorno obsesivo compulsivo, no podía evitar serle infiel a su marido, si no lo hacía, algo iría mal: quererle a pesar de todas sus manías.



2 comentarios:

  1. Si sabré yo lo que es eso, a mi también me pasa, soy tan sugestionable que he leído tu relato avanzando dos renglones y retrocediendo uno, uf. Y ahora en serio, me gusta el relato, incluido el sorprendente giro final, aunque éste sí que he tenido que leerlo dos veces.

    Y mira, me ha dado una idea, voy a subir ahora mismo un relato mío que algo, algo tiene que ver con éste por más de un detalle. Se llama "El corrector incorregible". Allá va.

    El Manco.

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    1. Muchas gracias, Manco, me encanta tu visto bueno viniendo de ti, porque te voy siguiendo la pista y disfrutando con tu alegre pluma.
      Saludos variados

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