jueves, 4 de abril de 2013

Era una santa

La tía Narcisa era una santa, eso no lo discutía nadie. Un ser bondadoso y apacible hasta decir basta. Pero una cosa es ser una santa en sentido figurado y otra cosa es que en las fotos su cabeza apareciese siempre rodeada de un halo, como los santos de verdad. Las fotos de la tía Narcisa parecían cuadros de Fray Angélico. Los más descreídos de la familia siempre encontraban un pretexto: que si un efecto de contraluz, que si el crepúsculo… Cuando nos congregamos en torno a su lecho de muerte hasta se habían cruzado apuestas. Al exhalar su último aliento, todos contuvimos el nuestro. Cuando empezó a elevarse sobre la cama entre acordes de pífanos y coros de serafines hubo quien se desmayó y otros caímos de rodillas. Con excepción del tío Gerardo, el ludópata de la familia, que tirando de mi manga susurró discretamente: “Toma, tus doscientos euros”.

El Manco del Espanto

1 comentario:

  1. Disculpas por repetir también este relato, que la vez anterior publiqué sin nombre de autor, lo hago simplemente para que se archive junto a los demás míos. Perdón por las molestias. Publicaré en seguida uno inédito para compensar en lo posible.

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