sábado, 13 de septiembre de 2014

Enséñanos la patita

-Enséñanos la patita por debajo de la puerta- dijeron los cabritillos.

Al ver que era blanca ya iban a abrir, pero el más pequeño dijo:

- ¿Y si se ha echado harina? Las apariencias engañan.

-Ya habló el listo -dijo el mayor, que era un mandón y además tenía celos de su hermanito-. ¿De dónde sacas esas teorías?

-De las novelas de Sherlock Holmes.

-Me revientan los intelectuales. Si jugases al fútbol como los demás en vez de perder el tiempo leyendo no dirías tantas tonterías.

El pequeñín insistió:

-Además esas pezuñas parecen de lobo, no de cabra.

-¡Vamos abrid ya mismo! A ver si aquí va mandar este enano.

Abrieron y el lobo se comió el primero al mayor, que estaba gordísimo de lo tragaldabas que era. El pequeñín, escondido en la caja del reloj, se frotaba las pezuñas:

-Je, je, ya te lo decía yo. ¡Elemental, querido Watson!



El Manco del Espanto

2 comentarios:

  1. Je, je, je, qué cabritillo es, en el fondo. el pequeño. Ya verás cuando se haga mayor. Un abrazo

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    1. Gracias, Francisco. Sí, cuando lo escribía pensaba que en el fondo el pequeño es un poco repelente. Pero es que el mayor se las trae. Bueno, se trataba de juntar en un relato a dos clásicos como los cabritillos y Sherlock Holmes

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