sábado, 5 de abril de 2014

O tubaraocinho

A comienzos de agosto el diario carioca “O Globo” sorprendió a sus lectores con la publicación del siguiente anuncio de pago a tres columnas: “Extraviado tiburón de compañía cerca de la playa de Copacabana. Por tratarse de un animal muy versátil se gratificará generosamente a quien informe de su paradero”.

Dos días después los lectores quedaron nuevamente perplejos con otro anuncio, esta vez a media página: “Encontrado un tiburón. Se hallaba bailando claqué para los turistas sobre la escalera de acceso al Cristo de El Corcovado. Se entregará a quien acredite ser su dueño”.

Pasados otros dos días, cuando el diario ya doblaba su tirada habitual, sus responsables se vieron obligados a publicar un tercer anuncio: “La clínica psiquiátrica As Palmeiras comunica que en lo sucesivo procurará que las prácticas de periodismo de nuestros pacientes se limiten al periódico interno de nuestra institución. Rogamos disculpen las molestias”.



Serie B

viernes, 4 de abril de 2014

Una Historia redonda



Me preguntas que tal me va la vida… y francamente, no sé que contestar.

Peleé duro porque mi padre decía que siendo “bueno” el futuro está asegurado, así que fui el mejor.

Logré magníficas notas y pude pasar del colegio a la universidad sin duelo, eso sí, lo de ligar no era lo mío.

Pronto, también eso dejó de ser un problema, porque cuando después del Master, me coloqué en un gran puesto, mi relación con las mujeres mejoró mucho.

Me casé con Bárbara: una mujer escultural, lista o divertida no, pero escultural.

Y por eso, porque ganaba una pasta y porque mantenía una buena mata de pelo fui la envidia de propios y extraños.

Pero la vida que no para de enredar hizo que varios de mis proyectos hicieran aguas y en contra de lo que les sucede a la mayoría, mi empresa me mandó a la calle.

Entonces empecé otra vida; tuve que ver como mis compinches dejaban de coger el teléfono, como Bárbara hacía la maleta e inc luso, para mayor escarnio, me quedé calvo.

Así que, agotadas las esperanzas de volver a ser un crack, he vuelto a mi pueblo.

Aquí todo sigue igual. Mi padre que pese a no haber sido nunca el mejor en nada fue siempre un trozo de pan, me esperaba con los brazos abiertos y con un hueco en la barra de su bar, desde el cual, poniendo chatos, contemplo ahora tranquilamente como pasa la vida.

Muchos me preguntan que tal me ha ido… y francamente, no sé que contestar.



desasosegada