jueves, 26 de febrero de 2015

EL HOMBRE PÁJARO

Mira lo que hago… decía moviendo las manos como si fueran palomas. Yo, seguía sin pestañear sus maniobras para acabar gritando entusiasmada: “ahí, ahí está” pero nunca estaba y yo quedaba fascinada por su habilidad.

Nos hablaba de dunas de oro, de cascadas que se desplomaban desde el cielo o de planetas de hielo. De reyes que amaban a sus súbditos, de pobres que partían su capa o de niños que vivían en planetas de hadas y hechizos.

A mamá no le gustaba que jugáramos con él porque decía que tenía la cabeza a pájaros, pero nosotros celebrábamos con alborozo sus escasas visitas.

Un día no volvió. Alguien contó que había subió a un rascacielos y nunca más descendió; buscaron su cuerpo por todas partes pero no lograron encontrarlo; yo no me entristecí porque sabía que con su cabeza a pájaros y sus manos de paloma había volado hacia tierras de ensueño.

El tiempo pasó y la vida nos incrustó en una realidad sin fisuras; pero alguna vez, rara vez, vislumbro lo asombroso detrás de lo vulgar y en ese breve instante, un atardecer me hace temblar o una flor es un milagro; entonces me acuerdo de él y sé que detrás de la normalidad la magia existe y que solo cuando logramos contemplar el mundo con la mirada limpia de un niño, nos deslumbra su belleza.

desasosegada

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