jueves, 12 de febrero de 2015

AL FINAL DEL CAMINO



Hay realidades que nos negamos a mirar de frente porque nos sobrecogen : la vejez, la enfermedad o la muerte, son temas que contemplamos de soslayo porque nos asoman a un abismo que nos espanta.

Si hoy viéramos una foto, de como seremos dentro de 40 años, no resistiríamos la impresión.

Tengo una tía muy anciana, cuando voy a verla la encuentro pérdida en una inmensa sala, ajena a todo, observando la pared con mirada perdida.

Ella que fue una mujer de rompe y rasga me sonríe como un bebé; sin reconocerme, sin reconocerse.

Casi todos los ancianos miran hacia una tele enorme. Una tele que unos no oyen, otros no ven y ninguno entiende.

Son como restos de naufragios varados en un mundo que ya no es el suyo, solos consigo mismos, solos con sus fantasmas, solos.



desasosegada

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