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miércoles, 29 de septiembre de 2010
Ciber-hombre. (saryle)
Inventé un traductor de sentimientos. Quería ser políglota de los lenguajes íntimos humanos. Hilando harapos de emociones entretejidas con metal, me cosí un chaleco que cubriese mi corazón. El contacto hizo vibrar mis circuitos con sensaciones inusuales para mí, intensas, extremas. Un bombeo incesante de mi núcleo descompuso mis circuitos, lloré lágrimas de aceite y alegría. Me sentí débil, indefenso. Tuve que refugiarme en mi parte humana. Ella era más fuerte, estaba curtida en esas batallas.
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Quizás exista alguna vez un entramado como ese. Los códigos cibernauticos son demasiado lógicos para la complejidad de los sentimientos humanos... y por extensión también para algún psicólogo que otro. Serían los primeros clientes de funcionar. Buen relato Sara.
ResponderEliminarLeí un art. en "el país" el otro dia que hablaba de máquinas que aprecian la belleza en el arte, lo siguiente ya será tu máquina con sentimientos, muy bueno.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios. Me encariñé con este personaje que se reinventa cada vez intentando reconocerse, pero no puede evitar la dualidad que lo conforma.
ResponderEliminarMuy saryle y muy bueno, saryle,
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