sábado, 6 de noviembre de 2010

Ataque

Las viejas sombras que daba por perdidas se remueven y sueltan su viejo olor a rancio, a tiempo gastado, muerto para siempre aunque yo aún siga viviendo y sin darme cuenta, sin pensarlo ni quererlo ni tan siquiera desearlo, me salen al encuentro, reaparecen, se acercan, me miran, me hablan y sueñan, brincan, ¡están vivas!, y yo no sé cómo hacer para darles un espacio en mis días y continuar, en su extraña compañía (que todavía no defino), viviendo este presente.

mirina


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