Desde hace años, en la fiesta del 1 de noviembre, acudían por diferentes caminos al café de escritores donde se conocieron. Allí se enamoraron, vivieron su primera crisis, y allí se prometieron. Ella siempre pedía tarta de manzana y café para los dos. Pasaban la tarde llenando sus cuartillas. Al anochecer, él se levantaba a pagar la cuenta y preguntaba al camarero de siempre: ¿ha muerto alguien?... Señor, es de cajón, la señora lleva dos anillos de casada en el dedo y viene todas las tardes.
RubiadeBote
Interesante. Si le hubiera dejado pagar a ella, seguro que se sentiría vivo el día 2, jajaja.
ResponderEliminarMe ha gustado Rubia esa mujer promiscua de anillos y cafés.
ResponderEliminar¿El muerto era él?, se citaban cada 1 de Noviembre, tengo que releer esto, algo se me escapa, creo
ResponderEliminarMuchas gracias a los tres.
ResponderEliminarCuando surgió el relato, lo que más me gusto es la profesionalidad y la delicadeza con que el camarero se dirige al consorte fallecido.
Anamaria, has acertado,como siempre, jajaja....muuuaaacc!.