jueves, 30 de diciembre de 2010

Campanadas

Una, canguro. Dos, ducha sin pensar en nada. Tres, crema, suave crema. Cuatro, retocar el peinado. Cinco, medias, sí?medias. Seis, lencería?imagina. Siete, maquillaje, elevando las pestañas. Ocho, vestido negro, de hombro descubierto. Nueve, zapatos con tendencia al infinito. Diez, perfume y sonrisa. Once, preocupación. Doce, atasco y decepción.



Damadeltablero

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2 comentarios:

  1. Ceremonia cuasireligiosa, cuando esta proviene de los instintos más terrenales que nos trasladan a paisajes perfectos. Soy la hoguera que intenta quemar a la bruja, no sin antes preguntar por sus pecados y recrearme en sus formas moldeadas por dioses y por la imaginación más dulcemente pecaminosa. Has convertido las campanadas en un rito difícil de olvidar, damadeltablero. Has convertido a la mujer en diosa y al hombre en una marioneta que baila al compás de las caderas aupadas por unos tacones que en su mejor versión te llevan a la hipnosis más dulce. Un fuerte abrazo. Deseo que tus campanadas acaben de la forma más deseada por una verdadera dama del tablero en el que hasta un peón estaría orgulloso de formar parte. Feliz Año.

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  2. Pero las campanadas no las imagino solo como una escalera, sino también como un círculo eterno, y en ese círculo, la decepción no es más que un eslabón.

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