Les aseguro que hice méritos para ser la Virgen en el belén del colegio, pero Inés Gómez que era monísima y una “santa” a juicio de las monjas, lo acaparó todos los años. Así que me tocó ser pastora.
La cena de navidad fue un éxito, orgullosa, cogí la moto y me dirigí a casa, entonces apareció aquella curva.
En el quirófano unos ojos azules me dijeron: “No se preocupe, todo irá bien” escudriñé aquel rostro y reconocí a Inés.
¡Caramba, por una vez las monjas habían acertado!
desasosegada
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