Tomó el viejo jersey del rincón del armario. Introduciendo con cuidado la cabeza por el largo cuello redescubrió el tacto de la lana domada y el olor de su after-shave.
Las manos se abrieron paso a la leve presión de los puños y acabó por acomodarlo sobre su piel desnuda.
Como siempre, el espejo le confirma que le sienta bien y sale a la calle sabiéndose, en parte, una parte de él.
Albada
Me gusta el relato, albada. Sencillo y cotidiano. Tan realista como evocador.
ResponderEliminarNo hay nada mejor para sentirse uno mismo que llevar lo que nos sienta bien. Y no hay nada mejor para un buen relato que la autenticidad de lo cotidiano. Me ha gustado mucho, Albada. Un saludo.
ResponderEliminarLa forma verbal inicial en pasado y después del "como siempre" el presente... le da fuerza de acto cotidiano. Buen recurso Aldaba
ResponderEliminarQué sencillo y qué bueno, Albada. Piensa, siente lo que haces que nos decían de niños. Saludos
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