Le agarré de los brazos y zarandeándole le repetí, otra vez, una a una las palabras de la misma pregunta. De nuevo, no obtuve respuesta pero, esta vez, su cuerpo sí reaccionó.
Sus enormes ojos aceitunados se encharcaron de lágrimas y sus cejas adoptaron la posición de la culpabilidad.
Y justo en el momento antes de soltarle, comprendí que lo qué callaba era justo lo que yo no quería oír.
Íngrid
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Sus enormes ojos aceitunados se encharcaron de lágrimas y sus cejas adoptaron la posición de la culpabilidad.
Y justo en el momento antes de soltarle, comprendí que lo qué callaba era justo lo que yo no quería oír.
Íngrid

A veces el silencio, los gestos, la mirada, lo dicen todo... Buen micro, Indrid.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Sara,
ResponderEliminarsí, a veces las palabras están de más...
besos y feliz Navidad
Tremendo micro, Íngrid. Sobran las palabras..
ResponderEliminarFeliz Navidad.