Yo le dejo hacer. Me echa el azúcar en el café y hasta me coloca la servilleta. Como cuando era un niño. Pero ya no nos podemos comunicar. El está en su mundo.
Cuando termina la visita cruza la verja y se va. A su mundo, como digo. Aunque nunca entiendo por qué yo me quedo a este lado. De la verja.
Gabriel Palafox
Gabriel, dramática reflexión muy bien contada. Me ha gustado mucho, tiene intensidad desde el inicio y aumenta a medida que se lee. Buen relato.
ResponderEliminarBrutalmente bueno.
ResponderEliminar¡Qué buen relato, Gabriel! Está bien narrado, tiene fuerza, algo de intriga y profundo mensaje.
ResponderEliminar¡Fantástico!
ResponderEliminarEnhorabuena, Gabriel. Bellísimo y desgarrador.
ResponderEliminarMuy conseguido, Gabriel. Cada vez le coges más gusto a los diferentes registros y con eso ganamos todos los lectores.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alvaro. Yo también estoy bastante satisfecho de este mr. Gracias por leerme. Saludos
ResponderEliminarBrutalmente agradecido Rodia. A mí también meha gustado que a ti te haya gustado. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias Sara por tu comentario. Y por leerme. Yo también tge sigo de cerca. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias Ignatius por tu caluroso comentario. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias Eglon por tu comentario que me anima mucho a seguir indagando y explorando en esta afición marvillosa que compartimos. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias Veiuntiuno, como siempre, por tus comentarios. Intento cosas nuevas para mí. Y a veces estoy más afortunado y otras menos. Este mr. particularmente me gusta mucho. Creo que es sencillo y fluye con naturalidad. Un saludo
ResponderEliminarNo añado nada que no haya sido ya comentado. Me sumo a la felicitación por tu micro. Y añado la felicitación por sentirte satisfecho, ¿quizá porque pusiste todo tu sentimiento?. Por supuesto!
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