miércoles, 16 de febrero de 2011

Pan

Su carne tenía el sabor y la suavidad del pan fresco. Flotaban en su aroma notas de pueblo y leña sobre un fresco fondo de levaduras. Cuando amaba, crujía como corteza recién horneada. Y aunque (como todo o casi todo) se perdió en el tiempo, su recuerdo vive tierno en cada bocado con olor a cereal.

mirina

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5 comentarios:

  1. Aroma de pan, perfume de mujer.
    Embriagador y balsámico.
    Todo lo cura, todo lo salva.
    Pasión plácida,
    placidez apasionada...

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  2. Gracias por tu poética secuela, Anónimo, y por una de las posibles interpretaciones, porque si te fijas bien, también puede ser perfume de hombre.

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  3. Aquel día volvió a percibir su aroma...
    Pero sus otros cuatro sentidos quedaron huérfanos.
    Ansiosos, expectantes, frustrados, anhelantes...
    El sexto, sin embargo, le insinuó que no todo estaba perdido.

    Gracias, Mirina, por evocármela.

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  4. @Anónimo
    Gracias por esta segunda buena interpretación (en femenino), Anónimo, ;)

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  5. Los recuerdos son ese gran tesoro de la mente que nos hace revivir el pasado como si fuese hoy. Casi siempre para bien, recuerdos gratos y placenteros. Pero tambien nos recuerdan otros episodios que nos entristecen o encolerizan.
    Un relato tierno y esponjoso, grato de saborear y bien cocido por una gran panadera de las letras.

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