El niño salta, salta, salta y da una voltereta. Salta, salta, salta haciendo cabriolas en el aire. Salta, salta muy alto. Salta sobre las nubes esponjosas de sus sueños. Salta, pero las nubes resultan ser de lluvia y se precipita. Cae, cae, cae como infinitas gotas de agua. Cae interminablemente y mientras cae, todo lo humedece, todo lo empapa. Cae pesadamente y se despierta. Otra vez él y su colchón amanecen mojados.
Saryle
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Saryle

Siempre detrás de nuestros mejores sueños están nuestras más recalcitrantes realidades, muy bonito, Sara.
ResponderEliminarEstoy supercontenta, por fín, puedo volver a firmar con mi nombre !Viva,Viva!
@marga
ResponderEliminarGracias Marga.
¿Cómo ha sucedido ese milagro? Yo intentaré firmar ahora con mi nombre. Aunque, por si sale anónimo, soy Sara.
Hay sueños que se repiten a lo largo de la vida, una y otra vez, como una puerta abierta que estará ahí para que la cerremos y pasemos página.
ResponderEliminarMe alegro que tú y Marga ya podais firmar con vuestro nombre, ya que sois cualquier cosa menos anónimas.
Saludos.
Gracias, Veintiuno. Pero otra vez soy "anónima" porque no puedo firmar. A ver si lo soluciono pronto.
ResponderEliminarUn beso.
Sara Lew
Me parece un bello juego de infancia y enuresis.Muy bonito
ResponderEliminar¡Bravo, Sara! Los sueños y el crudo despertar, desde la perspectiva de un niño. Muy, pero que muy bueno.
ResponderEliminarA los niños también les cuesta despertar de un buen sueño. Solo que en su caso trae algunas consecuencias :)
ResponderEliminarGracias, Alpiste y Hank por vuestros comentarios.
Abrazos.
Hola Sara, visto lo bellamente que lo has pintado parece que casi habría que felicitar al niño por haber mojado la cama, lo has convertido en un acto poético de cruce de la vigilia con el sueño. Genial.
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