... sí, no, sí, trece margaritas desojadas y todas de igual signo. Arrojó una moneda al aire, observó calmoso su tintineo: cruz de nuevo. ¿Azar, mala suerte? El revólver resplandecía reflejando la luz mortecina de la vela. Asió el arma, encajó una bala en el tambor y lo hizo girar caprichosamente. La vida sólo es un juego. Respiró hondo, apretó el gatillo: perdió. Un sonido estridente tatuó sus sesos en la pared. Quedó allí, desleído en un charco de sangre, garabateado en el silencio.
CALEIDOSCOPIO
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ResponderEliminarEscalofriantes secuencias. Parece como si las hubieras vivido... Muy creativo.
ResponderEliminarGracias amigo, a veces la imaginación es capaz de crear realidades paralelas. La vida es juego, pero siempre intento jugar a ganar. Si pierdes, no hay revancha.
ResponderEliminarXavier, muy buena esta sucesión de pasos hacia la muerte regidos por el código del jugador. Que, al final, en mayor o menor grado somos todos en este corredor de la muerte donde estamos esperando, distraídos o no, a que se resuelva nuestra última jugada. Saludos
ResponderEliminarEl azar, tan caprichos siempre. La ruleta rusa es un juego extremo, por llamar juego a esa disfunción del temperamento.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Gracias Francisco, gracias Albada.
ResponderEliminarLa vida es un juego, caprichoso, azaroso...naces y ya tienes las cartas marcadas, siempre hay que intentar jugar bien las cartas, buscar la mejor jugada con la baza que nos ha tocado, intentar no hacer trampas,respetar las reglas y al contrario. No siempre es fácil, no siempre es posible.
Un saludo.