miércoles, 4 de enero de 2012

Mendigo

Sentado en el banco veía pasar a todo tipo de gente apresurada por llegar a un destino incierto, hacía tiempo que su único horizonte era el mediodía con su comida en el centro de aquellas monjitas tan pasadas de moda que nunca quiso imaginar serían sus salvadoras. Con tiento ayudándose de un carro de la compra desechado por viejo, con rotos en la bolsa,inútil para su menester. Como él, viejo y roto, sin posibilidad de alcanzar, lo que le ofrecían en los fastuosos anuncios que le rodeaban. Vivir.

Alfred


0 comentarios:

Publicar un comentario