miércoles, 4 de enero de 2012

Saga familiar

Soy hijo, nieto y biznieto de abogados.
A los diez años vestía como un notario y entré en la universidad con una cartera de piel de mi abuelo, que me convirtió en el hazmerreír de la facultad.
A los 30 años osé decir en casa: "papá, no tengo vocación", "eso son bobadas" contestó airado.
Acabé la carrera calvo y en la cárcel, con una condena de 20 años por parricidio. En cuanto quedé en libertad enterré el título y el birrete en la tumba de mi padre.
Después emprendí una nueva vida, por fin libre.


desasosegada


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