Cada mañana, cuando mis pasos resuenan sobre la acera y la primera brisa marina flirtea con la ciudad, me acerco a la tahona, guiado por el aroma de panes recién horneados, suculentas madalenas y cruasanes amasados con pura mantequilla.
Cada mañana, me atiende ella, mechones rubios recogidos. Por cada pan que compro, añade, de propina, un brioche o una palmera.
Pero hoy vuelvo con mi pan y sin su propina. Recortes, leo en la prensa. Ya añoro sus velados mechones y sus subrepticios brioches.
Befana
Enhorabuena, Befana. Dos excelentes y envidiables relatos.
ResponderEliminar@Rodia
ResponderEliminarMuchas gracias, Rodia.