Todos tenemos un lado oscuro en el alma, un animal dormido que cuando menos lo esperamos reaparece.
Por eso hay que estar atentos a las pequeñas incoherencias que nos permiten vislumbrar fugazmente ese abismo.
Puede que aquel día bebiéramos de más, seguro, pero de pronto, por una mínima discrepancia, montaste en una cólera ciega.
Luego todo se apaciguó y volvieron las risas a la mesa.
Aquel episodio se me quedó bailando en el alma, casi olvidado, hasta el día en que tu puño impactó en mi cara.
Por eso hay que estar atentos a las pequeñas incoherencias que nos permiten vislumbrar fugazmente ese abismo.
Puede que aquel día bebiéramos de más, seguro, pero de pronto, por una mínima discrepancia, montaste en una cólera ciega.
Luego todo se apaciguó y volvieron las risas a la mesa.
Aquel episodio se me quedó bailando en el alma, casi olvidado, hasta el día en que tu puño impactó en mi cara.
desasosegada
Reflejas muy bien esa fisura del alma —si existe—que en algún momento derramará la bilis. Relato muy bien llevado.
ResponderEliminarGracias Simens, me alegro que te haya gustado y me alegro más aún de verte por aquí, ya se te echaba de menos.
ResponderEliminarEn ciertas cuestiones, cuando hay duda, es que no hay duda. Señales, no son solo las de tráfico. En este caso, el accidente no fué fortuíto.
ResponderEliminarCon ese mismo título existe una excelente novela, donde ese lado oscuro del alma queda muy bien reflejado
ResponderEliminarhttp://www.editorial-club-universitario.es/libro.asp?ref=2512