Con una precisión de cirujano fué hilvanando, con la justa antelación, las palabras exactas que pudieran herirla. Apoyados en la barandilla del piso nuevo, bajo la sombra del toldo, dejó cuajar el impulso postergado de decirle, justo ahora, con su dimisión aceptada, que la dejaba.
Por insoportable. No dejó ni tan siquiera la esperanza de que fuera por otra mujer. Sin marcha atrás.
Albada
La primera parte, lenta y descriptiva, me recuerda el maravilloso tono narrativo de Muñoz Molina, uno de mis preferidos, de quien lo he leído prácticamente todo. "El jinete polaco" y "Sefarad" son dos joyas de la literatura que nadie debe dejar de leer. Y dentro del primero hay un capítulo titulado Valdemunt que pone la carne de gallina, por su exquisita sensibilidad.
ResponderEliminarGracias por la información y tu lectura.
EliminarUn saludo.
Ufff, eso es dejar a alguien, y lo demás son tonterías . Sí, duele más cuando no es por otra persona. Muy bueno, Albada.
ResponderEliminarGracias Andrés. Pretendía reflejar la elección del momento exacto de hacer el daño exacto. Pero como me comentó una amiga, puede tener lecturas diferentes, Pues igual es ella quien tuvo la paciencia y estrategia para que él fuera el malo.
EliminarUn abrazo.
Me gusta mucho, como casi todo lo que te he leído.
ResponderEliminarGracias. Casi todo es un elogio, que intentaré merecer.
EliminarUn saludo.