¡Ya no recuerda ni mi nombre!
Por suerte, yo sí me acuerdo de aquellas historias en blanco y negro, en hambre y sepia con las que nos entretenía en las noches de invierno. En ese tiempo nosotros aún éramos niños y ella aún era humana.
Hoy, perdida en la niebla del tiempo mira a su alrededor sin reconocer a nadie... y sonríe beatífica.
Yo no sé si queda alguna lucidez en su mundo de nubes, espero que no, porque su reino ya no es de este mundo.
desasosegada
Por suerte, yo sí me acuerdo de aquellas historias en blanco y negro, en hambre y sepia con las que nos entretenía en las noches de invierno. En ese tiempo nosotros aún éramos niños y ella aún era humana.
Hoy, perdida en la niebla del tiempo mira a su alrededor sin reconocer a nadie... y sonríe beatífica.
Yo no sé si queda alguna lucidez en su mundo de nubes, espero que no, porque su reino ya no es de este mundo.
desasosegada
Preciosa historia. Me encanta. Derrochas la sensibilidad que otras veces ocultas. No te permitas el lujo de los altibajos.
ResponderEliminarTe pediría, nada más, saber a quien te refieres y lo que expresas realmente al final. Lo intuyo, pero prefiero confirmarlo.
Me resulta inexplicable que unos párrafos tan sugerentes no hayan despertado mayor interés en el respetable. En mi opinión es uno de los mejores relatos que he leído en este blog. Se palpa literatura en su más genuina expresión.
Muchas gracias, me abrumas, de verdad.
EliminarEfectivamente me refiero a mi tía Maruja, mujer que fue de rompe y rasga, hoy convertida en una especie de perrito dulce.
En el último párrafo sólo quería recalcar que su barco zarpó hace tiempo y este mundo que contempla impasible, ya no es el suyo.
No andaba tan descaminado cuando asociaba el personaje a tu madre...
EliminarEnhorabuena por regalar unas gotas muy emotivas de literatura.
Cierto es que está tratado el tema con una gran ternura y resulta extraño que efectivamente no haya tenido más comentarios. Confieso haber escrito uno y haberlo borrado por dos motivos:
ResponderEliminar1. Por no estar a la altura del relato, y
2. Por ser un asunto que he sufrido muy de cerca y del que todavía no estoy del todo repuesto.
Tal vez no ha cosechado más entradas porque el tema, si bien está tratado con magnífica exquisitez, es lo suficientemente doloroso como para evitar hablar de ello.
Gracias y un saludo.
Con todo lo certera que es tu explicación, desgraciadamente parece que el interés popular se excita por motivaciones más prosaicas.
EliminarUn abrazo, Juancho.
A mí me parece un muy buen relato de desasosegada. Es un tema muy doloroso que ella trata con mucha ternura en su micro. Respecto a lo del "interés popular" y sus "motivaciones más prosaicas", me parece una observación un pelín elitista, si se me permite.
EliminarPrecioso acercamiento, como siempre, a la sombra del olvido cruel e imparable.
ResponderEliminarEl robo paulatino de los recuerdos es una tragedia difícil de poder entender, por la "estafa" que la vida ofrece con ello. Sólo los que conviven con estas fotos sepia que ya no reconocen, pueden captar la realidad de esa caprichosa crueldad, cada día más frecuente.
Un cordial saludo.