martes, 16 de octubre de 2012

El tiempo, el implacable.

¡Vaya mañanita que llevo! Me he levantado medio muerta gracias a un combinado de cansancio, resaca y edad. Al mirarme al espejo he descubierto, atónita, a una señora que me miraba con cara de espanto.
He recordado "el retrato de Dorian Gray" y he comprendido que la vida es justo al revés. Nos graba en la cabeza una imagen joven e inalterable de quienes fuimos y mientras, lentamente, nos va cambiando hasta convertirnos en extraños seres que se parecen cada día más a sus padres y cada día menos a sus hijos

desasosegada

2 comentarios:

  1. Lamento comunicarte que esa misma reflexión me la he hecho alguna vez. Y que, lamentablemente o no, en el desván duerme el cuadro impasible de cómo nos sentimos y vemos a los veintitantos.

    Alguna vez, un desconocido, que asoma por el espejo, nos resulta tan extraño que corremos el riesgo de preguntarle...- Pero tú...¿quién eres?

    Un abrazo.

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  2. Anónimo veneciano16/10/12, 23:04

    Atinada reflexión a la que nos incorporamos muchos. Pero sin nostalgia. Ya lo apuntaba yo el otro día: que el pasado descanse en paz.
    Una vez más, enhorabuena.

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