martes, 30 de abril de 2013

Y siguió la vida ...

Me hubiera gustado presentarles a mi madre, pero ya es tarde.
Durante mi infancia era una mujer altíiisima (ni se imaginan lo que había que estirar el brazo para coger su mano y lo que me tocaba correr para seguir su ritmo) y extraordinariamente poderosa; podía curar un dolor con besos o colocar la luna sobre nuestra casa para su luz nos velase.
Gradualmente pareció encogerse hasta que tuvimos la misma altura !que cosas! .Su carácter también cambió: se volvió bastante pesadita, todo el día preguntando donde o con quien estábamos.
 Y siguió la vida.
Un buen día, fui yo quien se convirtió en madre y ella descargó de mis hombros todo lo que los suyos pudieron asumir.
Y siguió la vida hasta convertirla en una anciana pequeñita con un aire conmovedor de desamparo que me hacia sentir enorme y poderosa. Tuve que convertirme en sus brazos, en sus piernas y finalmente en su cabeza.
Ahora que ya no me oye he de confesarles que no fue perfecta, ni muchísimo menos, pero fue la mejor madre que pude tener.

desasosegada

domingo, 28 de abril de 2013

Corrígeme?si es llanto.

Ayer anduve por tu barrio, di patadas a las piedras y latas vacías de las callejuelas estrechitas, conocí la iglesia demolida por los “rojos” en la guerra civil española, vi críos sin escuelas, esnifando pegamento en bolsas, envueltas en papel de regalo. Por entre la arena y la hierba iban y venían, bicicletas “maquis” de colores tristes, sobre el polvo húmedo de la lluvia ácida del amanecer, abuelas enfermas de Chernobil rezando a vírgenes comunistas, vestidas de generales nacionalsocialistas alemanas…en este pueblo tuyo, visité las arterias de Vietnam, Corea, Irak, Afganistán… Crecían por doquier albañiles edificando muros…éstos separaban tu mundo del mío. Las flores sesgadas en los áridos campos de internamiento marchitaban, mis recuerdos electrocutados por camisas de fuerza y fusilamientos de la razón, saludé al sol con la amputación de mi brazo ¿recuerdas las minas en el sembrado de alambre de espino? Sí, también lo crucé jugando al e scondite Inglés…El cielo estaba ensangrentado, creo que habían degollado las blancas nubes con formas de ovejitas…tan rojo estaba el territorio, que por un momento vislumbré el carmín de tus labios besando la aurora de los sentimientos, y el pétalo de rosa carmesí, aplastado, entre las páginas beige de “El corazón de las tinieblas” Ah…el horror, el horror…

Kim Bertran Canut