viernes, 13 de septiembre de 2013

Anticristo

Pulió su personaje hasta la perfección. Tocaba el violín ante los pórticos de las catedrales vestido totalmente de negro. Los turistas se arremolinaban y le fotografiaban boquiabiertos, impactados por su mefistofélica apariencia. Era además un virtuoso y sus diabólicos “pizzicati”, que habrían asombrado al mismísimo Paganini, ponían los pelos de punta. Su presencia empezó a incomodar, algunas diócesis alertaron contra sus apariciones y los clérigos se asomaban para rogarle que se alejase. Pero el violinista era persistente y ubicuo. No se arredró cuando en Burgos una gárgola le pasó rozando y se hizo pedazos a sus pies, ni se amilanó su arrogancia cuando un rayo calcinó un árbol cercano ante Notre Dame de Chartres. Hasta que una noche, en Colonia, su violín emitió un maullido desgarrador justo antes de que San Miguel Arcángel, que ocupaba el parteluz del pórtico norte, se desplomase con su lanza y el concierto finalizase abruptamente cuando el instr umento y la cabeza del concertista rodaron juntos por el suelo.

El Manco del Espanto

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Spinning

Sus piernas eran incansables, y no paraban de dar pedales. Mientras, distraía su mirada hacia la venta; viviendo caer la lluvia sin perder el ritmo de la música. Empapada en sudor, secaba su rostro con la toalla.

Las manecillas del reloj, estaban a punto de llegar a su hora. Aunque dicho movimiento fue imposible, por el gran estruendo que propino el rayo; cayendo el reloj al suelo. Perpleja y asustada, decidió dar por terminada la clase.



Yolanda Munoz-http://wp.me/3h9BN

Preludio de otoño

Dice mamá que hoy es un gran día porque voy a volver a ver a mis amigas y al profe y a tocar el violín en el conservatorio.

Yo la creo, porque casi siempre razón pero… en el pueblo no se estaba mal.

Mamá dice que allí no debemos estar mucho tiempo porque nos asilvestramos y nos aburrimos.

Pero yo allí puedo tirarme con la bici por las cuestas y chillar como una loca jugando al tepillo. Además no tengo nunca prisa, porque la abuela me llama desde la ventana cuando tengo que volver.

También se puede pescar pececillos, bañarse en el río, hacer concurso de escupitajos, coger mariposas y otro montón de cosas.

Ayer lloré un poquitín despidiéndome de los abuelos, pero casi nada porque ya soy mayor.

Hoy con mi uniforme nuevo y los zapatos relucientes estoy más contenta; sobre todo porque voy a jugar con la mema de Marieta que es mi compa de pupitre, escuchar las monsergas del profe procurando dormirme con los ojos abiertos y tocar l a mierda esa del violín que suena como un gato con el rabo pillado por una puerta.

¡En fin la típica vuelta a cole!



desasosegada