miércoles, 9 de abril de 2014

SIN BLUESERA

La sala estaba llena, los músicos dispuestos y el jefe nervioso ante la tardanza de la estrella.

El pianista hizo deslizar sus dedos sobre las teclas y sus pies se movieron insuflando vida a los pedales de aquel viejo armatoste a la vez que miraba en dirección a la cortina azul pavo por donde ella entraría en el escenario.

El saxofonista le siguió,con el ritmo y con los ojos.

En el público, un hombre impaciente mareaba el fluido de su copa haciendo círculos concéntricos con su muñeca. Antes de que la impaciencia fuera notable la chica salió por fin al escenario. Impecable como cada noche, sensual, espectacular.

El saxofonista aprovechó para respirar unos segundos y los pies del pianista se aflojaron sobre los pedales.

El hombre dejó de rotar su muñeca y se extasió en la contemplación de la fémina.

Quitando con desgana un mechón que caía sobre su ojo derecho y acercándose el micrófono a los labios empachados de rouge, cuando el publico esperaba las primeras notas de la tan aclamada solista de blues, ella con voz rasgada dijo:

Esta noche no puedo cantar, haré un streptease.

El hombre de la copa desapareció coincidiendo con la caída de la cortina azul pavo sobre la bella bluesera.



Mercedes Marín del Valle

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