Estamos a tiempo. Todavía a tiempo de soltar más lastre, de contemplar nuestra sombra por encima de los campos reventados de trigo rubio y amapolas risueñas. A tiempo de dejar que el plomo de los zapatos se derrita en el asfalto.
Y es que, hasta que un único segundo nos arranque el último suspiro...tenemos todo el tiempo
Albada
Y es que, hasta que un único segundo nos arranque el último suspiro...tenemos todo el tiempo
Albada