En el colegio los niños fabulaban sobre el futuro, hoy querían ser bomberos y mañana policías. Pero él no, él lo tenía claro. Iba a ser escritor.
Estudió, se formó, incluso se impuso un look acorde a su condición.
Todo iba perfecto, salvo un pequeño detalle, ante una página en blanco sólo lograba sudar.
Se impuso un horario pero dio igual, nada.
Frustrado y desesperado decidió acabar con su vida.
Justo en el momento de saltar al vacío se le ocurrió una idea ¡Demonios, era la inspiración!
desasosegada
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Estudió, se formó, incluso se impuso un look acorde a su condición.
Todo iba perfecto, salvo un pequeño detalle, ante una página en blanco sólo lograba sudar.
Se impuso un horario pero dio igual, nada.
Frustrado y desesperado decidió acabar con su vida.
Justo en el momento de saltar al vacío se le ocurrió una idea ¡Demonios, era la inspiración!
desasosegada

Es una tragicomedia en toda regla. Tiene su parte divertida y triste. Y está muy bien expuesto, -así lo creo yo-, que la vocación no tiene nada que ver con la formación, educación y la voluntad. Si se juntan todas sale algo extraordinario. Me gusta, Marga.
ResponderEliminarGracias 21
ResponderEliminarNunca es tarde si la dicha es buena. Aquella idea seguro que le hizo más llevadera la caída, y quien sabe si salió de esa con vida, algo estropeado seguro, quizás postrado a una silla, pero con las manos intactas para poder escribir.
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