martes, 23 de octubre de 2012

Pianola para recordar.

Los martinetes de la pianola fueron avanzando. Primero como borbotones de notas enfebrecidas y posteriormente entonando una melodía lánguida, que dejó el comedor saturado de lágrimas derrotadas por la nostalgia del olor a rosas frescas.

El anciano, con el batín a cuadros escoceses, secó la humedad salada con la punta de un pañuelo cuyas iniciales bordadas le ataban a su identidad.

Agarrando dos puntas de la funda de seda, volvió a cubrir el artificio, por otros veinte años más.


Albada



6 comentarios:

  1. En los rollos estaban todas las canciones que una familia unida había cantado en las celebraciones, ahora eran papeles amarillentos que sonaban con el eco de una estancia vacía.
    Un abrazo y gracias por tan emotivo micro.

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    1. Gracias a ti por tu lectura. Y si, de alguna forma, te ha llevado a pergaminos amarillos de una familia inventada... más agradecimiento.

      Un abrazo.

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  2. Es muy tierno, escribes muy bonito, Albada. Un placer leerte.

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    1. Gracias anónimo. Por tu lectura cómplice en sensibilidad.

      Un saludo.

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  3. La sensibilidad con mayúscula, convertida en relato. Como siempre, te felicito

    Un abrazo

    country49

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    1. Gracias por tu lectura. Y por tus palabras.

      Un abrazo.

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