viernes, 22 de junio de 2012

Cocinando sin ventilador

Se le escurrió entre las manos, como aquel pez anaranjado de la pecera que, junto a dos candelabros, adornaba el aparador de la infancia.
De forma casi idéntica, el corazón que compró para guisar, hizo un pequeño rebote justo antes de quedar inmóvil sobre el mármol. Sonando igual. Secando el sudor de su frente con el antebrazo, maldijo al gerente que se fugó con su sueldo y a su la mala suerte, por romperse el ventilador.
Albada

jueves, 21 de junio de 2012

Alas mojadas

Con sed atrasada y la mochila vacía, reemprende su caminar arrítmico y cansino.

Aunque percibe que el horizonte se aleja a cada paso, sigue zigzagueando a lo largo de la senda prefijada la noche anterior.

Como los estímulos provinientes del mundo exterior se desdibujan por minutos, poco a poco se va refugiando en su prolijo universo interior. Y lo hace convencido de que ya pronto logrará su objetivo, ya pronto se librará del último lastre... ya pronto comenzará realmente a flotar.

Cronopio


El milenio en la plaza

Juntaron las cabezas sobre un plano y ella prosiguió su camino a la oficina dejando atrás la estatua del Prim, y a las palomas.
De regreso a casa volvió a verle. La mañana había cerrado la duda que le llevó allí. Eva quedaba atrás. Entre dos mudas y una sexta edición, yacía una foto de ambos estampada en un punto de libro. Ella abría el milenio en la ciudad que albergó, por unas noches de Abril, a Mozart en el Bartrina y un aroma en el aire a Polo Sport, cuyo frasco azul, quedó por desenroscar


Albada


martes, 19 de junio de 2012

Re-celos

Tenía celos de ella misma. Cuando lo besaba percibía que sus propios labios la engañaban. Lo quería sólo para ella pero su propio cuerpo se interponía. Si él la acariciaba, se apartaba celosa de su contacto. No soportaba que disfrutara con ella haciendo el amor. Sufría saberse a solas con él. Sólo cuando la abandonó para irse con otra, se sintió liberada y sus celos se desvanecieron como un azucarillo. Se dio cuenta, entonces, que era a ella a quien realmente temía como adversaria.

country49


Hermana Luna

Un disco de plata, que con su reflejo nos subyuga a todos, despierta nuestros oscuros instintos escondidos, transmutando nuestro natural buen hacer, en cazadores implacables de niñas encapuchadas , que relucen como bayas rojas en la negrura del bosque, incitándonos a cumplir con el ciclo biológico de los depredadores en la escala evolutiva. Cumplida nuestra misión, seremos victimas inocentes, de la difamación y distorsión de un simple lance boscoso.
Hechizados, aullamos reverenciando a la Luna. Alfred

La siesta

La hormiga zigzagueba, se detenía una fracción de segundo, parecía virar decidida hacia la esquina y al fin volvía a flotar en la pared encalada.
Sin poder alejarse de la línea longitudinal de la ventana, de ese intenso e incuestionable azul.
La sombra del alero parecía inmóvil y oscura dibujando una enorme ceja sobre la persiana de esparto del balcón.
Al despertar de la siesta, la hormiga no estaba y gruesas gotas de lluvia habían devorado la sombra.

Albada

lunes, 18 de junio de 2012

Encuentro

Como una sombra te vi perdida entre la muchedumbre, donde una calle es poco y una avenida mucho.
Tu cuello, sobresaliendo cual cisne en el ballet,no resplandecía, cómo cuando lo acariciaba la luna, que compartimos en un momento de búsqueda común.
Cuando contuve el paso y mantuve la mirada, no tenía cierto, donde dejaste mi persona.
Entraste en un pasaje, allí donde unas mimosas, alfombraban el suelo, donde mi andar no me llevó, pues preferí el recuerdo fiel de una noche memorable. Alfred

Tablero de picas

La vi con el marco de la puerta contra su espalda, dejando que el tiempo acabase por pasar. Cuando el llanto acabó por liberarla de ese espeso dolor gris, la brújula de su cintura confirmó que la sombra se ancoró en el norte geográfico con precisión milimétrica.
El parsimonioso movimiento previo de su vida había logrado que la maquinaria de todos los relojes se confabularan sobre la posición que debía ocupar y defender en el suelo cubierto de baldosas arlequinadas.
Albada

COMO MARIPOSAS

Somos muchos. Casi un ejército de soñadores a los que les gusta viajar por las palabras. Tenemos maletas con alas. Dejamos colgado el tiempo, como perchas vacías, y nos vamos por ahí, con nuestra vocación de mariposa, a valor por los mundos que nos inventamos. A veces nos posamos en pequeños paréntesis, oasis en medio de la oquedad, de la sequía, y allí aventamos la imaginación, a ver que sale de ella. Alguna gloriosa vez, las historias crecen, como hierba, sobre el piso enlosado con los negros y grises de cada día.¡ Ah¡, es entonces cuando aleteamos con fuerza y nos sentimos partícipes del paraíso, por un rato. Otras, como ésta, divagamos sobre una quimera pero, como la locura siempre nos acecha, hasta nos atrevemos a anotar en nuestra bitácora un relato como este.

Isabel Expósito Morales


¿Dónde estás?

Han pasado los años. La vida parece haberse ido a ratos, mas se reinventa y me devuelve los besos de sol que alguna vez nos dimos. ¿Cómo estás? Háblame. El viento alborota las hojas y tiernamente me lava el alma. Tengo tu voz rizada en la piel. De tarde, se me anida tu aliento a susurros con el olor a sal de las noches aquellas. ¿Dónde estás? Nómbrame. Mírame. Ven, abrázame. Quédate. Virmared Santiago

Durmiendo.

Quiero dormir profundamente. Quiero soltar las ataduras, mirarte a la cara, volverte a sentir sin más ni más. Te prometo que al despertar nos tomamos un café.

Virmared Santiago


Un cuento.

Escucha. Por última vez. Voy a dejar que te cuentes a ti mismo. No tengo interés en entender entresijo alguno de los tuyos. Flúyeme por dentro, venga. No te compliques más la vida, hombre. Vé al grano antes de que pase la página.

Virmared Santiago


domingo, 17 de junio de 2012

El lobo

Era una noche hermosa, la luna lucía llena y resplandeciente, iluminando el valle hasta los confines donde los árboles subían por las montañas para saludarla.
Sentado en la entrada de la casa, abrazándome a mi mismo, para paliar el efecto del frío nocturno;
oigo los aullidos desgarradores del lobo, esos que provocan un erizamiento en la nuca.
Cuando me sereno, recuerdo que el lobo fue erradicado, expulsado de esos bosques, hace muchos años.
Tantos como tenemos un vecino extraño, con colmillos.

Alfred