viernes, 28 de junio de 2013

Los caprichos del mar

Hay quién no sabe donde dejo la niñez; yo sí, la mía quedó varada en la arena de esa playa; un día olvidé definitivamente el cubo y la pala y partí hacia la vida, sin mirar atrás.
Mar colega, mar amigo.
Ese mismo mar que me mece cariñoso, se torna bravo, amenazante e inhóspito y se traga, si así se le antoja, las ilusiones y las esperanzas de los que osan desafiarlo.
Después de triturar en sus fieras fauces lo que quiere,  se acerca a la playa manso e inocente y vuelve a jugar con los niños

desasosegada

jueves, 27 de junio de 2013

INFIERNOS LITERARIOS

Raymond escribe culebrones llenos de lágrimas y de portazos. Detrás, Simone, ceño fruncido, redacta guiones de azafatas televisivas en minifalda. Medio derrumbado, Julio copia manuales de instrucciones para artilugios ya obsoletos. Cuesta reconocer a Virginia, pelo mojado y furiosa, obligada a parir novelitas de amor caballeresco. A su lado, Antoine llora tras sus gafas de aviador mientras teclea un prospecto. Sólo ese francés, Jean-Paul, encadenado y azotado en un rincón, se revuelve contra su destino. El infierno, inesperado pero tan familiar, no le impresiona.

Miriam Márquez

Radio Chupete. Ganador del Concurso de Linares

Este para ti y este para mí que es de fresa y el rosa es el color de las niñas. -¡Qué tontería! La radio no entiende de colores y nosotros hacemos radio. -Estás muy guapo cuando hablas como los mayores Guille. El hilo es rojo como tus mejillas y no muy largo para no separarnos demasiado. -Lo importante es que esté tenso para que funcione. Mételo por el agujero del yogur y aléjate todo lo que puedas y cuando yo te diga me hablas. -¿Y qué te digo? -No sé boba cualquier cosa. -Está bien: ¡Querido oyente…Esta canción es para ti! Este ha sido el microrrelato ganador en el I Concurso de radio Linares convocado por motivo de sus 80 años en antena. Podéis oírlo en mi blog Montesinadas

Montesinadas

miércoles, 26 de junio de 2013

CASTILLOS EN EL AIRE

Lo malo es que siempre quiso ser un caballero, pero no uno de su tiempo, lo que quería era ser uno de armadura en pecho y a ser posible, de lanza y equino. Llevaba tan dentro el sentimiento que se convirtió en la persona más solitaria de su entorno. De haber tenido la ocasión, habría lanzado una bala incendiada contra el adversario desconocido, desde aquel castillo semiderruido al que se empeñaba en subir cada día por el lado más abrupto de la ladera. Un día en que su vida le pareció un sinsentido, cansado ya de hacer esfuerzos, decidió bajar por el camino más fácil y en el trayecto se cruzó con unos ojos inmensos, en un rostro armonioso. Pensó que sería bonito gozar del descanso del guerrero al lado de tan agraciada dama. Hizo un intento de acercarse pero la mujer pasó de largo ignorándolo por completo. Ella subía cada día para ver si desde la atalaya de aquel ruinoso castillo, divisaba al príncipe que siempre creyó merecer.



ESPECIALISTAS

ESPECIALISTAS - Cuánto me cuesta ponerme la armadura, me hago viejo, o es que esta hundida por la zona del estómago. -Subió trabajosamente al rocín y oyó que su dama le llamaba. - ¡Esperad Arturo!, debo coser la trabilla de vuestras calzas, descabalgad. - Huy, cariño, ahora no puedo quitarme el arnés porque llegaría retrasado a la batalla de las 10. - Andad, mi rey, que si no a la vuelta oleréis a caballo y además, tengo cita con el psicólogo. - ¿El psicólogo?, no sabía que existiera ese gremio. - Vos le conocisteis en aquella reunión de la mesa redonda, ya sabéis, esa “juerguecita”, que duró una temporada y de la que regresasteis tan descompuesto que no podíais con vuestra espada Excalibur. Me referisteis algo sobre una batalla sangrienta o no sé qué, y hube de asearos. ¡Traíais tufillo…! - No caigo. - Es Merlín, y no disimuléis, que de tanto brindar celebrando aquella victoria con Lancelot llegasteis “guapos” al castillo. - ¡Ah, sí, sí…! -Arturo intentaba zafarse de la conversación y los reproches de Ginebra-. Disculpadme “fermosura”, tengo prisa; oigo la última llamada de trompeta y he partir al campo de batalla.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©

Proceso de combustión del gas metano

El día que se marchó de casa, ella empezó a mirarse cada vez menos en el espejo. De pronto, asuntos que antes se resolvían solos, ahora requerían de su atención. No tardó en tomarse unas vacaciones para "desconectar" y fue a la vuelta cuando se dio cuenta de todo. Al llegar a casa y abrir la puerta, el olor a podrido le abofeteó de frente. Él siempre se había encargado de sacar la basura y, claro, el gas metano es altamente combustible.



Futuro alumbramiento

La sirena cautiva vomita pulpos de siete patas en la taza del váter. Supo que Neptuno no la dejaría libre a pesar de su embarazo y que habría de parir tras aquellos barrotes de coral; desolada, no podía evitar que sus ojos vertieran abundantes burbujas.

Ángeles Sánchez Gandarillas ©

EDAD

Miró su figura de cuerpo entero. He cambiado -pensó- me delatan las canas, pero aún estoy de buen ver… Dejó el retrato encima de la mesa y caviló que las fotografías eran el espejo de la edad.

Ángeles Sánchez Gandarilas ©

RECON QUISTA

Recorrió mi cuerpo en un abrazo interminable, delicado, con lentísimas y sensuales caricias de abajo arriba, escalofriándome… No llegamos a nada; al rozarme la boca me asusté y le dejé plantado en la orilla de la playa, pero aprenderé a nadar y seré yo quien conquiste al mar.

Ángeles Sánchez Gandarillas

martes, 25 de junio de 2013

CORAZÓN DE DOMINGO

No hace falta abrir los ojos al amanecer para sentir el latir del corazón de domingo: antipático, solemne, reiterativo, monótono, silencioso... ¿El corazón o el domingo? Los dos a una. Lo peor, el tic tac del reloj que se ha despertado antes que yo y estará todo el día presente buscando su protagonismo. ¡ Déjame vivir un poco más! No me vengas dando la lata con tus manecillas ruidosas. Silencia la carrera del segundero y quédate tras de la puerta¡ no entres! Aún no ha amanecido y quiero sentir que el sábado durará la eternidad.

Mercedes Marín del Valle

La novia

La vertiginosa belleza de aquella profesora de literatura hacía soñar a los hombres de la pequeña ciudad. Pero su naturaleza narcisista, desinhibida y voluble la llevó a jugar con los sentimientos de muchos de ellos hasta enloquecerlos de frustración y despecho. Que acabase anunciando su matrimonio con el más acaudalado, que además era el alcalde, fue casi un destino natural. Y que invitase a sus víctimas a la boda, una muestra más de aquel deplorable humor sarcástico que todos ellos conocían muy bien. La mañana de la ceremonia el novio se retrasaba ya media hora cuando apareció un mensajero con un paquete urgente. Dentro había un fajín de esmoquin empapado en sangre coagulada y una cartulina con una cita literaria: “Esto del morirse los enamorados es cosa de risa. Quijote, Segunda Parte”. Una docena de encopetados caballeros, intercambiando furtivos guiños cómplices, sostuvieron solícitamente a la novia desvanecida.

El Manco del Espanto

lunes, 24 de junio de 2013

LOBO LÓPEZ

Si Lobo López rondara estos lares, se extrañaría muchísimo de los días tan lluviosos que asolan el Mediterráneo, a él que le gusta citarse con caperucita en el bosque pleno de sol y de flores. ¿Qué haría hoy?¿ Expresaría por fin su amor y sus intenciones en alguna cafetería de corte romántico o como tantas otras veces tragaría saliva y se guardaría sus sentimientos para no mostrar debilidad? Quizá es que el lobo López también es de Marte y caperucita ¿de venus? De cualquier forma, de rojo no iría ella, que hay que innovar. Tal vez un azulón a juego con los días, plenos de nubarrones a punto de reventar. Coqueta y romántica lo miraría con sus ojos expectantes esperando que él la deleitara con alguno de los episodios vividos en los frondosos bosques de su infancia. Lobo López que se las sabe todas le diría que desde la conoció se ha convertido en un lobo bueno. ¡Cómo negarle su frasco de amor! Homenaje al otoño que atrás quedó.

Mercedes Marín del Valle

domingo, 23 de junio de 2013

¿Pereza?

Despertó mi mente pero no el cuerpo. Esperaré paciente a que lo haga, sin estresarlo, pues según dicen los especialistas es malo para la salud y no soy nadie para contradecirlos.

Miguel Díaz Mirón Keusch