martes, 23 de diciembre de 2014

Mazapán

El prestidigitador tartamudo escondía siempre un par de ases en la manga y una debilidad desmedida por el alcohol. Su número estrella fuera del escenario era hacer florecer una rosa en su puño para ganarse compañía nocturna. Aquella noche, obnubilado por los labios de mazapán de la morena solitaria del bar, se acercó a ella. Tímidamente sentado se remangó con estudiada profesionalidad y abrió el puño pero no apareció nada: solo sus palabras entrecortadas rellenaron el vacío. A pesar de todo funcionó como un gran truco: logró que esa noche tuviera sabor a Navidad.

P. D.: Ella —logopeda en paro— también disfrutó lo suyo.

La lengua salvada (Mikel Aboitiz)

lunes, 22 de diciembre de 2014

Don Julito (basado en hechos reales)

Don Julito colocó la sotana en la percha. A duras penas sus 1:55 y sus puntas de pie cada vez más menguadas le permitían llegar a la barra del armario de la que colgaban una camisa y otra sotana de muda. Quita y pon. A sus 77 años se encomendaba cada noche a la imagen de Santa Eduviges, patrona de los desvalidos y desamparados, iniciando aquel ejercicio de tienta, que se le antojaba más difícil que alcanzar el cielo.

Tras esas prendas, remendadas tantas veces con más pericia que buen gusto, la bondad se disfrazaba a diario de negro. De sus oscuros bolsillos salían todos los 28 de cada mes un sobre blanco con el importe de la pensión que Don Julio entregaba a la Hermana Silvina, otra héroe silenciosa y enjuta. La casa de comidas que regentaba Sorsil -como se hacía llamar- se convertía por unas horas en las Naciones Unidas sin otro requisito que el hambre y un rezo antes de abalanzarse sobre el plato.

Encontraron a Don Julito en el suelo de su cuarto austero. El parte médico indicó que un traspiés provocó el golpe fatídico. Sor Silvina cree que su alma está detrás del giro postal que se recibe a fin de mes de una señora de Salta, viuda de luto estricto, que ha prometido visitarla pronto.

Alsquare

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Cándida inocencia

Después de la última travesura, el niño se acerca al padre, que ya lo espera con aspecto serio. Huele la hostia. Se defenderá de la acción sucia y grosera con miradas de cándida inocencia. En la estancia, sin embargo, no evita recordar las otras tardes, que transcurren jugueteando y entretenidos con los cuentos de Perrault o los hermanos Grimm. Estos recuerdos le llenan los ojos de lágrimas, arrepentido, porque no sabe ser siempre sensato, como el padre le enseña. Le huyen de la cabeza sus palabras calmas y tantas reglas que le da pereza seguir.

El padre, al darse cuenta de su presencia, le pide que se le acerque. El rictus serio persiste en su rostro. Aparte de oler más intensamente la hostia, intuye el sermón particular. Porque las palabrotas no le gustan, las detesta casi tanto como que no agradezca la comida ofrecida o detectarle restos de mugre bajo las uñas o detrás de las orejas. El niño tiembla cuando el padre le indica su falda. Sólo reza para que, esta vez, no le haga tanto daño. Aún sufre las secuelas del último castigo. Ahora, sentado en sus rodillas, huele la hostia. Y el vino de misa de la anterior eucaristía, cuando los labios se entreabren. Y la sotana también...

deomises

lunes, 8 de diciembre de 2014

Habilidades sociales

Tenía las pestañas mas largas que jamás había visto, con lo que un día, llevada por la curiosidad e intentando utilizar elementos facilitadores de la comunicación, le preguntó:_Dime una cosa, siempre has tenido las pestañas así de largas?, a lo que él contestó:_No, es desde que miento más que parpadeo. Claramente usó un elemento obstaculizador de la comunicación, pues ni siquiera hubo contacto visual en su respuesta. Ella se dió la vuelta y se marchó, dando por concluída la conversación. Desde aquel preciso instante no se dirigen la palabra, solo se miran sin parpadear cuando se cruzan, han llegado a acostumbrarse y hasta se entienden mucho mejor que antes, cuando él parpadeaba, pero mentía mucho más.



Carmen Cira

Ciclo vital desde un punto de vista muy particular

A la de tres… dos… uno… ¡Fusión! ¡Explosión! Se sube el telón. Burbujeo en el interior del líquido amniótico, enégicas palmaditas y llanto como respuesta, arrullos cálidos, sonajeros dulces, maaaamás-paaaapás en rítmica cadencia, renqueantes a-e-i-o-ús, bullicio de recreo, sirenas estridentes, despertadores inoportunos, pitos y balones, por qués encerrados en herméticos interrogantes, truenos de incomprensión y rebeldía, toques de corneta, aires de libertad, aleteo de mariposas en el estómago, latidos de corazón enamorado, acordes armónicos, redobles de madurez, melodías de serenidad, crujidos de hojarasca otoñal, eco que envuelve un enjambre de recuerdos, susurros de soledad, ruido de gusanos devorándonos. Silencio eterno.

David Moreno Sanz

jueves, 20 de noviembre de 2014

De amores y otras zarandajas

Esto del amor no tiene lógica alguna y mi historia lo demuestra.

Nací casada o casi.

Con el paso de los años interioricé que, tal como decía mi madre, yo merecía algo mejor que aquel entregado hombretón.

La vida, siempre traviesa, puso a mi disposición un joven guapo y enamorado, así decidí separarme.

Con grandes remordimientos expuse a mi marido la situación intentando no herirle más de lo necesario, pero ante mi estupor, se mostró de acuerdo en todo y me deseó mucha suerte.

En mismo instante, sin razón aparente alguna, mi joven amante me pareció un gilipollas y la vida a su lado un espanto.

Desde entonces ando, como poseída, intentando reconquistar a mi viejo amor que, por el momento, parece encantado con su inesperada soltería.

El que lo entienda, que lo compre.



desasosegada

sábado, 15 de noviembre de 2014

La alegría del niño.



El niño le dijo abuelo por qué estás siempre de tan mal humor hijo porque la vejez es un callejón cada vez más estrecho yo te ayudaré abuelo luego el niño cuando se quedó solo se puso triste al saber que su alegría no era suya sino de todo el tiempo que tenía por delante

Francisco Rodríguez Tejedor

miércoles, 12 de noviembre de 2014

CoRazón

Me implantaron un corazón artificial. A punto de haberlo perdido todo, comprendí muchas cosas, me volví más reflexiva, analítica. Aprendí a valorar lo verdaderamente importante. Mi marido comenzó a acusarme de convertirme en una persona distante, fría, en un ser sin corazón. Pero se equivocaba: soy capaz de sentir. Puedo imaginarme el dolor que le causó que, tras un año de la operación, le dejara para rehacer mi vida junto a otro. También entiendo su sufrimiento al enterarse de que este era su mejor amigo. Pero, ya lo dijo Pascal: el corazón tiene sus razones que la razón ignora.

la lengua salvada (Mikel Aboitiz)

domingo, 26 de octubre de 2014

FUERZA BRUTA

Sólo ceniza y la habitación llena de humo. No puede dejar de fumar uno tras otro. Sus dedos tiemblan y no consigue deshacerse de aquella imagen. Camina de un lado a otro de la estancia vacía sintiéndose ajeno a sí mismo. ¿En qué instante cruzó la línea? No lo sabe, pero sabe que odia sus manos, ésas capaces de apretar tan fuerte.

Concha García Ros

domingo, 19 de octubre de 2014

Después

A menudo se siente perdido. O mejor, claramente se pierde.

Puede pasarle durante un paseo, o en medio de un pensamiento, pero lo más embarazoso es cuando le sucede en plena conversación con alguien.

Sin avisar, en medio de una frase, sutilmente se instala el vacío. Se queda en blanco; de pronto no sabe lo que estaba diciendo, ni por que le miran atentamente primero y confusos después sus interlocutores. No es un recurso dialéctico para atrapar la atención de sus oyentes.

Definitivamente está perdido ¿de qué estaba hablando?

Lo mejor sería poner cara de circunstancias, disculparse y salir por piernas.

Cuando intenta poner en práctica su idea, las piernas no le responden. Está inmovilizado. Intenta entonces tocarse las piernas pero sus manos tampoco se mueven. Esto ya no es embarazoso, es el pánico lo que empieza a dominarle.

Y en ese momento recuerda: el intenso dolor en el lado izquierdo, la falta de aire, el golpe contra el suelo, l a oscuridad...

Palabras compartidas

El ladrón

Aquél ladrón era muy pobre. Tanto que cometía sus robos con un arma simulada. Utilizaba una funda y un mango sin hoja, a modo de cuchillo.

Pero tras recibir 3 palizas descomunales, de asaltados que descubrieron el engaño, decidió cambiar sus objetivos. La última paliza lo dejó a las puertas de la muerte.

Ahora sólo asalta ancianos y niños indefensos.

Sin embargo le dan mucha pena y a menudo se arrepiente.

Esta mañana han encontrado muerto al ladrón y no ha sido de una paliza. Ha muerto de hambre y de escrúpulos.



Palabras compartidas

Sentencia

En la cena, de golpe, confesé haberla engañado una vez. Por mi parte era asunto zanjado, añadí apresurado. Ella se quedó muda, observándome. Su tenedor, en suspenso, apuntaba hacia una croqueta partida. Entrecerró los ojos calibrándome, como si nunca hasta entonces me hubiera visto. Miré para abajo. Un último resto de tomate se aferraba al borde de la ensaladera, esperando —como yo— ser sentenciado. Entonces pronunció tres palabras demoledoras:

—Pásame la sal.

Condimentó el trozo de tomate y se lo llevó a la boca tranquilamente, como si nada. En ese instante me sentí más traicionado que ella.

La lengua salvada (Mikel Aboitiz)

domingo, 12 de octubre de 2014

Sweet Fifteen

Una carambola técnica ha permitido descubrir que los caracoles tienen su propia red social. El hallazgo se debe a “Sweet Fifteen”, una red social de gran éxito entre adolescentes.

Como es sabido, los nuevos implantes intracraneales permiten una comunicación telepática directa, y un error de construcción en un lote de implantes de la mencionada “Sweet Fifteen” provocó sin pretenderlo que los usuarios sintonizasen con una especie no humana.

Muchos adolescentes no se extrañaron de lo rudimentario de los mensajes ni de que tratasen exclusivamente sobre cuernos y babas, ya que no notaron diferencia con sus conversaciones habituales. Pero otros alertaron a sus padres y estos a la policía, lo que desembocó en un hallazgo científico de incalculable trascendencia.

De momento ya se han detectado conversaciones telepáticas entre perros, encontrándose que muchas versan sobre la raza y el pedigrí de sus amos.

Las investigaciones prosiguen a buen ri tmo.

El Manco del Espanto

viernes, 10 de octubre de 2014

El tiempo circular.

Ha llegado la época del tiempo circular. Aquel que ni empieza ni se acaba. Donde el comienzo y el final se dan la espalda y en medio solo hay un instante mil veces repetido.

Ella lo ve cómo se quita la ropa, la dobla con esmero y la cuelga de las perchas. Ya ni sabe desde cuando aceptó ese cuerpo decadente. Debió ser cuando asumió que no cambiaría los muebles, ni las cortinas, ni haría reformas. Y que solo saldría de aquella casa para ir al cementerio.

Tal vez su marido es un mueble más. Tampoco lo cambiaría por nada. Forma parte del paisaje vital de cartón piedra. De la foto fija en que se ha congelado su existencia cuando empezó el tiempo circular.

De vez en cuando él se aproxima en la oscuridad y le sube el camisón. A ella en esos momentos le gustaría mirar por la ventana para ver cómo se mecen las ramas de los árboles. Pero tiene echadas las cortinas. Sabe que no las va a cambiar. No va a cambiar nada. Y se duerme soña ndo el mismo sueño de todas las noches, que al despertar nunca recuerda.

Francisco Rodríguez Tejedor

miércoles, 8 de octubre de 2014

Haka

La explosión de Sodoma se escuchó en Gomorra con inusitada claridad. Una total confusión se apoderó de la ciudad, a lo que se sumó un bramido ensordecedor proveniente del Asfaltites. Una gigantesca ola, generada por la onda expansiva, recorría el lago mientras los aterrorizados gomorritas contemplaban estupefactos a Lot y a sus hijas, cabalgando la ola sin mirar atrás.

La orilla frenó al monstruoso tsunami, que se precipitó sobre Gomorra aplastando la urbe, que fue engullida por la boca de un túnel oculto en el subsuelo, y arrastrada al interior de un corredor que atravesaba la Tierra y conducía al mar. Tras unos días a la deriva, Gomorra se ancló en el confín de un, al parecer, pacífico océano.

Las previsoras hijas de Lot se plantearon entonces el crucial tema de la perpetuación, sintiéndose muy decepcionadas al comprobar que los gomorritas insistían en la práctica de una modalidad de cortejo en la que superaban a los extintos sodomitas. Forzada s a recurrir a su viril papá, propiciaron su inexcusable colaboración con la ayuda de los prestigiosos caldos polinesios. Nueve meses después, el primer moabita, antepasado de los actuales maoríes, nacía en la recién bautizada isla Rapa.



Somnus Tuus

martes, 7 de octubre de 2014

Reto marinero

El lobo de mar amusgaba los ojos por entre el humo de su pipa. Estaba a sus cosas, por eso no me veía. Llevaba la barba bien recortada, cana, como los cabellos que le sobresalían de la gorra de capitán, mordida por el salitre. Seguramente habría navegado por los mares de China. Su mirada, clavada en algún horizonte imaginario, reflejaba una expresión ausente, de desinterés por lo mundano. Era un tipo duro, alto, corpulento, que sabía mirar hacia adelante con valentía, enfrentando las embestidas de las olas y las de la vida, que son las que dejan cicatrices por dentro. Me acerqué a él con precaución. Tuve que ponerme de puntillas para mirarle a los ojos fijamente. Pero como los tipos duros, no se inmutó. Ni pestañeó. Qué peligros no habría sorteado ya el rudo marinero. Me acerqué tanto a él que nuestros alientos se abrazaron. Sus músculos permanecían en tensión por debajo de la chaqueta. Parecía dispuesto a atacar en cualquier momento. Me retaba. Tuve la precaución de girarme por si acaso: cuando uno arriesga es bueno cuidarse las espaldas. Acto seguido, lo escondí en el puño y lo solté en el fondo del bolso antes de salir veloz de la tienda de souvenires.



La lengua salvada (Mikel Aboitiz)

sábado, 4 de octubre de 2014

El tendedero



-¡Joer con la lírica, Pepe! ¡No fastidies!

Aquí quedamos en que una semana planchabas tú y otra yo.

Esta semana te tocaba a ti.

Y no te la perdono, aunque hayas escrito esos versos que me has colgado con un imperdible en el tendedero:

"Estas prendas que ves aquí, /amada mía,/ mostrando nuestros secretos al sol/ desean hablar más de nuestro amor / en esta tarde larga y fría ".

(Eliminatoria de Champions R. Madrid - Milán)



Francisco Rodríguez Tejedor.

viernes, 3 de octubre de 2014

See

Egtved y Mysla trabajaban en Sodoma con el equipo de la Damasco Geologic Transnational que realizaba prospecciones en el cercano lago Asfaltites en busca de sal. Resultados preliminares indicaban que el producto podría superar en calidad al que los bárbaros denominaban Maldon Salt. La DGT, encargada del proyecto de viabilidad, había contratado a Egtved y Mysla por su demostrada experiencia en Hallstatt, famosa por sus minas de sal de montaña.

Sodoma los había seducido. Sobre todo el Uabé Club. La cerveza era barata y las sodomitas, bellas, limpias y muy obsequiosas. El día anterior al inicio de las perforaciones, abandonaron el local de madrugada, algo tambaleantes y con prisa por concluir sus cálculos. Egtved debía medir las isoanómalas de gravedad y Mysla las curvas equipotenciales. Otra circunstancia contribuyó al desastre en ciernes, además del efecto adverso de las burbujeantes sodomitas. Olvidando que una montaña no es un lago, introdujeron el valor is otópico de los sulfuros diseminados utilizado en Hallstatt. Los datos incorrectos se cargaron en la perforadora rotativa y cuando ésta sopleteó, indujo la descarga del terreno, provocando que Sodoma saltara por los aires.



Somnus Tuus

jueves, 2 de octubre de 2014

Senbi

Félix K. abrió la puerta de su cuarto y al contemplar cómo dos diminutos gatitos jugueteaban sobre la alfombra, emitió un alarido sobrecogedor. Atónito, reconoció con pavor las suaves rayas peludas, las barriguitas rosadas, los bigotillos enhiestos. Sus terroríficos gritos atrajeron a Jan W., su vecino de corredor en el Johanneum.

-¡Félix, por todos los demonios! ¿A qué viene...?

-¡Los gatos!

-Son encantadores, sí, pero las mascotas están prohibidas

-¿Encantadores? ¡Son de trapo!

-¿Te has vuelto loco? Cálmate y…

A empellones, Félix lo condujo al otro extremo de la habitación, mientras señalaba un gran baúl negro decorado con extrañas filigranas.

-¡Ahí están mis mascotas! Hace tiempo que colecciono figurillas de animales que he ido adquiriendo en jugueterías, museos… ¡Oh, no!

-¿Qué?

-¡La que está encima del todo, mi última compra en Egipto! ¡La reproducción de un hipopótamo de la Din astía XII!

Mudos de espanto, escucharon un ronquido sordo, al tiempo que la tapa del baúl se levantaba y un pequeño hipopótamo azul se descolgaba por su frontal, seguido a corta distancia por un prehistórico león de las cavernas, un triceratops verdoso y una vistosa mariposa monarca.



Somnus Tuus

domingo, 28 de septiembre de 2014

Laberíntico plan

Tenía una especial habilidad para manejarlas a todas. Rara era la que se le resistía. A la última más de una vez la había mirado de reojo, cuando a menudo se acercaba a buscar a alguna de sus compañeras, pero nunca hasta ese día se había propuesto detenerse con ella.

Recordó, de pronto, que en su casa no querían ni oírla nombrar, ya que hacerlo les evocaba una tarde aciaga en la que su hermano pequeño desapareció durante horas en la feria del pueblo. Por eso, se acercó a ella como quien lo hace a un fruto prohibido: con mucho sigilo y con un deseo irrefrenable de probarlo. Primeramente, se interesó por el origen y significado de su nombre. Después, dando rienda suelta a su imaginación, se dejó atrapar por su sugerente imagen, en la que se adivinaban sinuosas curvas y oscuros y húmedos recovecos. Su objetivo, al igual que con las otras, era conseguir que ella se prestase con él a todo tipo de juegos. Para ello tenía que conocerla en profundidad, en el sentido más amplio de la palabra.

El sonido del diccionario al impactar contra el suelo interrumpió su laberíntico plan.



Juana Mª Igarreta http://palabrasquedanj

sábado, 27 de septiembre de 2014

AMOR CIEGO

Pasan cosas horribles en todas partes. Y yo prefiero mirar tu foto. Escucho la radio y hablan sobre el terremoto que ha destruido una ciudad, recuerdo la convulsión que me produce rozarte. Comentan sobre esos presos políticos y pienso en las horas muertas que me pasaría encerrado en ti. Las temperaturas son extremas debido al temporal, yo añoro tus pies fríos.



Concha García Ros

Cumbres de la literatura: Anna Karenina

La historia de la tenista rusa Anna Karenina es la de una auténtica heroína del Siglo XXI. Su primer Grand Slam, conseguido con sólo dieceis años, sería el primero de una serie que la llevaría a ostentar el record histórico de torneos ganados por una mujer. No faltaron quienes quisieron quitar mérito a sus éxitos, atribuyéndolos bien al dopaje, bien a su aireado romance con el mandatario ruso Vladimir Putin, romance truncado cuando conoció a un cantante español de fama internacional. Ahí siguió un turbulento periodo en que sobrevivió milagrosamente a tres misteriosos intentos de envenenamiento que quebrantaron su salud y la apartaron del tenis. Fue entonces cuando adoptó la nacionalidad española, inició una segunda carrera como cantante y, modificando ligeramente su apellido, ganó el festival de Eurovisión para su nuevo país con el nombre de “Karina II”. Vivir para ver.

El Manco del Espanto

domingo, 21 de septiembre de 2014

Lo que más le dolió



Le quitó el cargador y guardó la pipa en la sobaquera. Luego entró

en aquel antro donde empezó un día de policía.

Le envolvió el humo de los cigarrillos y la música de Armstromg.

Exactamente como entonces. Como cuando se creía en el lado de los buenos.

¿Cómo se había ido volviendo todo tan gelatinoso después?.

Pidió un scotch. Clara lo miró como cuando antaño lo despertaba en la cama: entornando los balcones de sus ojos.

-Huele a madero .- Gritó alguien desde el fondo.

El sacó el arma, sin balas, lentamente.

Se hizo un silencio también lento. Tal vez como cuando los escarabajos hacen el amor o se ahogan las plantas en la inundación.

Nadie se atrevió a darle una muerte con grandeza, de frente, como él buscaba.

Solo sintió el rompehielos por la espalda. Cómo le entraba por entre las costillas.

Se volvió sobre el mostrador y vio los ojos azules y fríos de Clara.

-No es nada personal, sól o business.- Le dijo.

Fue lo que más le dolió.



Francisco Rodríguez Tejedor

Dulce espera

No cambiaría por nada estos momentos de la espera, cuando, tendido y ya desnudo, aguardo enervado a que ella aparezca. Bañado en una luz tenue, dejo correr una mirada soñadora por el techo de la habitación, tan cálida y acogedora. Por la puerta entreabierta me llegan los sonidos de sus preparativos, que preludian el placer que vendrá. A cada poco pronuncia dulcemente mi nombre y la escucho embelesado.

Por fin entra y su sonrisa lo ilumina todo. Vierte un poco de aceite en su mano, la pone en mi pecho e inicia suavemente un masaje. Me invade una sensación que ya conozco y que sólo podría definirse como la antesala del paraíso.

Sé que, como siempre, me faltarán palabras para expresarle lo que siento. Así que, mientras ella deposita en la mesilla una esponja, una palangana con agua y un bote de talco, me limito a decirle:

“¡Mamá!”.

El Manco del Espanto

sábado, 20 de septiembre de 2014

Soltar todo y largarse

Salí del baño sin tirar de la cadena, ignorando el ojo parpadeante de la lavadora lista. Iba camino del microondas donde un pan descongelado se mareaba en vano. La cafetera italiana hervía café cumplimentando bajo el fuego un destino de bomba casera inminente. Entonces sonaron timbre y despertador; dos tostadas saltaron como trapecistas escapando un segundo de su celda doble de brasas y en el móvil se disparó la marcha Radetzky. Me llevé las manos a la cabeza y ordené prioridades: lo primero fue abrir la puerta. Lo segundo, ganar la calle ante la mirada atónita del cartero y el escándalo del vecindario por mi desnudez.

La lengua salvada (Mikel Aboitiz)

jueves, 18 de septiembre de 2014

Elena y horóscopo adivino

Elena sigue donde estaba aquella tarde, llegando a su casa. Llegaba, de nuevo, abrochándose la cremallera de la falda, con sabor a mentira y retoque de carmín en el rellano.

Había salido a la calle con su blusa de la suerte, la amarilla. Había sorteado la escalera desde la que un operario trasteaba en una tienda de hípica, haciendo caer un artefacto sobre ella. La herradura que le había caído en el pie, la había tenido tres horas en el hospital, y apenas pudo ver a su querido Luis, que sigue siendo su amante, y con quien hoy el rato de estar juntos fue de relámpago en llamas, y paracetamol en dosis de ataque.

Sigue pensando que será su día de la suerte, como decía el horóscopo para hoy. Y es verdad, porque Pedro, el mejor marido del mundo, le abrió la puerta, y le dijo nuevamente, sonriendo, como hace cuatro años…

– llevas el sujetador desabrochado, Elena, y con este color de blusa se te ve todo!

Con el borrado del último mensaje re cibido, y mientras entra en la ducha, ve de refilón como Pedro, tras mirar el móvil, entra en la cocina a hacer la cena, mientras canta "Don't Worry Be Happy".

No hay nada mejor que leer el horóscopo cada mañana, para tener un buen día.

Albada

Cuarto aniversario

Aunque en principio se extrañó de verla abierta, conforme avanzaba, se olvidó de la puerta y de todos y cada uno de los formalismos cotidianos a los que estaba acostumbrado. Anduvo deambulando en las estancias; variopintas y de tamaños multiformes. Repasó con especial interés los textos iniciales, de cuando la rigidez saltó hecha pedazos por la libertad total que tantos problemas de entendimiento creó. No se sentía vigilado, pero sabía que detrás de todo aquello había una persona que sincronizaba hasta los virus existentes.

Cerca de 1500 días de vida, casi 3000 textos, decenas de miles de opiniones, unos 200 autores: todo estaba ahí.

Ahora, muchos tienen su casa propia; son grandes escritoras/es, pero... cuando quiere hablar con ellos, entra aquí, la casa de todos, con musas o sin ellas y, sonríe, aprende, llora, disfruta... tantas sensaciones como se pueden percibir al leer un gran libro. Que es, en definitiva, lo último que quedará de nosotros.

Recordando, se quedó durmiendo y no pudo evitar soñar con todo aquello.

Ya despierto, se sonrojó al verse rodeado de letras, frases; de textos nuevos, de todos y cada uno de aquellos con los que había ¿soñado?



21

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Tras la batalla

Amanece en la ciudad.

Con ojos vidriosos contemplo incrédula las calles que ayer mismo lucían impolutas y ordenadas. Todo ha cambiado; una sola noche lo ha transformado todo.

Los parterres ayer cubiertos de hermosos pensamientos han sido pisoteados, bolas de serpentinas enredadas con vasos de plástico bailan al compás de la brisa de la aurora.

De cuando en vez sombras oscilantes atraviesan la calle; acá un diablo con el rabo entre las piernas, allá tres princesas de rimel corrido y acullá un drácula de un solo colmillo.

Yo me apresuro a regresar a casa intentando huir de la luz del sol que irremediablemente, mostrará la descarnada realidad; los despojos de la batalla.

Pronto saldrán las flotillas de limpieza que armadas de carros, mangueras y cepillos, lograrán que a la hora de la misa mayor, todo esté en su sitio.

Y justo en ese momento se producirá el cambio de turno; mientras el ejército de la noche duerme, las tropas diurnas, acicaladas para el vermú, tomaran las calles del centro.

Y así, la ciudad comenzará otra batalla, pero esa es ya otra historia.



desasosegada

lunes, 15 de septiembre de 2014

A flor de piel

Ni su elegante vestido de tul con escote envolvente, ni su impecable moño simétrico al estilo griego. Ni su bouquet de hortensias moradas y rosas blancas, ni tan siquiera su fina estola de plumas de marabú.

Nada. Absolutamente nada de todo aquello me distrajo lo suficiente como para no advertir, con preocupación, que sus preciosos labios escarlata dudaron durante más de tres segundos antes de contestar aquel tímido: «Sí, quiero».

Miguel A Algarra (relatos en minúsculas)

domingo, 14 de septiembre de 2014

Ella

En el centro de la nada más regular, un destello veteado irrumpe, allí mismo, donde nacen los sentidos. Química surcando tormentas del sistema nervioso. Pierdo el control. Ya no gobierno mi propio cuerpo. Nunca imaginé que pudiera ser capaz de hacer ciertas cosas.

Creo que la he vuelto a ver. Aunque no está. Su olor característico está por todas partes. Incluso me atrevería a decir que mi saliva retiene el sabor de su cuerpo desnudo, entregado sin condiciones. Esa maravillosa criatura libre que necesitaba ser esclava unos minutos.

La primera vez... -todavía guardo ese trocito de inmortalidad envuelto en pequeñas dosis- me colonizó y, en las sucesivas y reiteradas batallas, -porque jamás fueron encuentros- me fue adquiriendo, sorbiendo como si de un elixir se tratara. No supe parar, no quise terminar.

Entré en un juego sin reglas, sin límites establecidos. Ella era el centro del mundo y sus rayos daban vida a todo lo que exponía. Empezaron a entra r más jugadores. Las combinaciones surgieron sin prever una falta de aire donde la elasticidad no encontró disfraz donde habitar.

Ella sigue intacta. En mi recuerdo, seguimos jugando. Los límites no se hacen preguntas. Morir y nacer el mismo día es la única forma de entender el sexo tras conocerla. Detrás de estos barrotes soy feliz. Fuera, no me espera nadie. Pronto nos reuniremos y seguiremos jugando, sin que nadie nos moleste. Esta vez, juntos... para siempre.

21

sábado, 13 de septiembre de 2014

Enséñanos la patita

-Enséñanos la patita por debajo de la puerta- dijeron los cabritillos.

Al ver que era blanca ya iban a abrir, pero el más pequeño dijo:

- ¿Y si se ha echado harina? Las apariencias engañan.

-Ya habló el listo -dijo el mayor, que era un mandón y además tenía celos de su hermanito-. ¿De dónde sacas esas teorías?

-De las novelas de Sherlock Holmes.

-Me revientan los intelectuales. Si jugases al fútbol como los demás en vez de perder el tiempo leyendo no dirías tantas tonterías.

El pequeñín insistió:

-Además esas pezuñas parecen de lobo, no de cabra.

-¡Vamos abrid ya mismo! A ver si aquí va mandar este enano.

Abrieron y el lobo se comió el primero al mayor, que estaba gordísimo de lo tragaldabas que era. El pequeñín, escondido en la caja del reloj, se frotaba las pezuñas:

-Je, je, ya te lo decía yo. ¡Elemental, querido Watson!



El Manco del Espanto

viernes, 12 de septiembre de 2014

De paso

Yo no soy el viento,

soy solo su rumor,

que silba al doblar la esquina.

Yo no soy el tiempo,

solo soy un momento,

que quedó prendido

en algún retazo de tu vida.

Yo solo soy el adiós,

una rápida despedida.

¿Pensarás alguna vez en mí?

Yo fui el que pasó.

Esa fragancia en tu cuerpo

es solo mía.

Yo soy como tú.

Un poco de fuego.

Y, luego,

ceniza.



Francisco Rodríguez Tejedor

CAZA DEL BECARIO

El reclamo para atraer al becario era jugoso: “Trabajo fijo con cuatro pagas extras”. En el coto, los becarios se cegaban ante la propuesta y batallaban por ser los primeros en alcanzar la inmejorable oferta.

Al otro lado de la zanja se guardaba un silencio expectante. Varios fusiles mantenían impoluto su cañón, pacientes, serviciales hasta llegado el momento. La mínima risa, el mínimo comentario sobre la juerga de la noche anterior, pondría sobre aviso a las presas, que desconfiarían y buscarían el refugio de un árbol o un barrizal.

Especuladores, hijos de grandes fortunas, hacían piña con el objetivo de reducir la sobrepoblación de titulados (“parásitos sin empleo que optan por llorarle a Papá Estado y, ¿adivinad de dónde saca el dinero Papá Estado?”) y, dada la coyuntura, abrir nuevas líneas de mercado. Aprovechaban para afinar el ingenio: “En la puja te falló la puntería”, “Te salió el tiro por la culata con aquel chino”.La “Caza del becario” estaba en auge y los responsables del negocio buscaban la innovación constante (I+D+i). Pese a todo, había que afianzar el reciente negocio y equipar a los tiradores con munición más letal. El estoque no terminaba cuajar.

Javier Sánchez Campos

jueves, 11 de septiembre de 2014

El regreso

Aunque la mañana es aún cálida, el color dorado que reina en el parque me llena de pesadumbre.

Resignada, cargando con mi pesada cartera recien estrenada avanzo hacia el sobrio edificio que nos espera con las puertas abiertas de par en par.

Desde todas las direcciones veo llegar presurosos a mis compañeros, perfectamente peinados y uniformados, listos para empezar el nuevo curso que se presume; largo, difícil y tedioso.

¡Que pena! Atrás queda un verano lleno de amigos y juegos, de baños y paseos; se extienden ante nosotros meses de largas sentadas escuchando peroratas interminables sobre temas aburridísimos que casi nunca logran interesarme.

En fin…para que vamos a darle más vueltas. ¡Valor!... entro y ocupo mi escaño, hoy da comienzo el periodo ordinario de sesiones del congreso de los diputados.



desasosegada

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Libre

Nunca pensó que seria como fué.

Cuando le dieron la noticia lo primero que se le ocurrió fué salir corriendo y gritarlo a los cuatro vientos. ¡ Soy libre...!

Pero solo ella lo sabía. Nadie se tenía que enterar.

El peso de su conciencia le pudo y se dirigió donde nunca tenía que haber ido.

Allí estaba su carcelero. Su amado torturador, el que le dió todo, y le quitó su más preciada intimidad. Tirado como una piltrafa, un cuerpo inerte, al que podia ultrajar y humillar como a ella le ocurriera tantas otras veces. Sinembargo le levantó como pudo y sin pensarlo dos veces se lo llevó donde siempre tenía que haber estado.

Acabó sus dias al lado de sus seres más queridos.

Y le llegó al fin su libertad.

Ánimas.

sábado, 6 de septiembre de 2014

La llave

El hombre toca el timbre. No sabe por qué.

Si esta mañana se dejó las llaves dentro. Se ha dado cuenta tras palparse

a conciencia los bolsillos.

Y toca, se dice de nuevo, sin saber por qué. El vive solo.

Pero alguien abre:

- ¿Qué quiere?

Es una chica joven y guapa. Rubia y minifaldera.

- Cómo que qué quiero. Es mi casa.

-Pues entre, no se quede ahí.

Y él entró.

Han pasado quince días y todavía no ha salido.

Tampoco quiere ir al cofrecito donde guarda las llaves.

Por si acaso.



Francisco Rodríguez Tejedor

viernes, 5 de septiembre de 2014

Un beso de gratitud

Micaela, que ya había cumplido los ochenta, pasaba grandes ratos con expresión meditabunda y nostálgica ante su vasta biblioteca. Ella, que nunca tuvo hijos, miraba a sus libros con la preocupación que una madre enferma observa a sus pequeños, pensando en qué sería de aquellos ejemplares cuando ella faltase. Esos libros a cuya lectura debía tantos viajes desprovista de maleta y equipaje. Ávida de saberes y sentires, sus ojos habían deambulado entre los textos como zahoríes en busca de las fuentes del conocimiento.

El día que Micaela barruntó cercana la muerte pidió a su asistenta que le pintara sus ajados labios de rojo carmín. Seguidamente ordenó que le acercase cada uno de aquellos viejos tomos. Con manos trémulas los fue abriendo uno a uno depositando un fervoroso beso en el interior de sus páginas, al tiempo que decía con voz queda y ojos llorosos “gracias compañero”, en un íntimo acto de gratitud y despedida. Esos libros habían llenado de plenitud su larga vida aferrada a una silla de ruedas.

Juana Mª Igarreta

Prontito.

Ahora que es inminente su llegada, tiemblo.

Tiemblo y dudo pensando lo que dejaré y deshojando lo que encontraré.

Y recuerdo sus manos y deseo tenerlo.

Recuerdo sus palabras y quiero tenerlas cerca.

Pero donde guardaré mis días sin hacer nada, donde mi pelo al viento, donde mis sueños de niña en un cuerpo de adulta.

Muchos donde y muchos caminos por andar.

lenita

jueves, 4 de septiembre de 2014

Vencido

La batalla, liberada del orden de estrategias iniciales, aumentó su violencia hasta alcanzar la visceralidad que anuncia un final sin prisioneros. Mi ejército, dirigido con mano inexperta, menguaba acelerado hasta el punto de ser incapaz de reprimir las embestidas enemigas. Y yo, obligado a recular con movimientos torpes, buscaba una escapatoria imposible.



Por fin, arrinconado y solo, fui derrotado por la reina negra que, con un golpe de cadera, hizo rodar sobre el tablero mi cuerpo de marfil.



Miguel A Algarra (relatos en minúsculas)

martes, 2 de septiembre de 2014

CUENTO CLÁSICO REVISADO BAJO LA LUZ DE LA MODERNIDAD

Primero fue la amenaza de cárcel tras besar al sapo. El argumento de que podía ser su príncipe no le sirvió de nada. El funcionario le advirtió, ensayando una exagerada cara de asco, que se jugaba la libertad si volvía a tocar esa especie protegida. “Son las leyes, son las leyes”. Después la imposibilidad de encontrar perdices; lo más parecido que halló era un sucedáneo deconstruido envasado en jugo de arándanos. También fue heroico saltar las cercas pinchosas que partían el monte en trozos, bajo, otra vez, la amenaza de cárcel por invadir una propiedad privada. Pero esquivó las dificultades (se hizo grande con ellas) y fue al lugar donde su amado debía esperarla, ya transformado en humano. El halcón mensajero había entregado unas instrucciones muy claras. Nada podía fallar. Ella deseaba besarlo sin prisa, con el resplandor de la luna reflejado en sus ojos. Sin embargo, al llegar, resopló de rabia, colocó los brazos en jarra y, mirando el firmamento, comprendió que no iba a ser posible: una impenetrable nube de polución lo encapotaba todo.

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Don Quijote en la biblioteca

Alonso Quijano, el célebre don Quijote, harto de permanecer oculto entre las páginas amarillentas de uno de los viejos volúmenes de una antigua biblioteca, aprovechando la soledad y el silencio de la noche y cerciorándose antes de que Sancho estaba sumergido en un profundo sueño, decidió salir en busca de nuevas aventuras y abandonar por unas horas su particular universo de papel.

La tarea no resultó sencilla, ya que, en previsión de lo que pudiese acontecer, se empeñó en llevar consigo la oxidada armadura y una de sus lanzas.

Gracias a la luz de la luna que iluminaba parcialmente la estancia, pudo observar que se hallaba rodeado de libros y lleno de júbilo se propuso encontrar alguna novela de caballería. Ayudado por su lanza a modo de pértiga, fue descolgándose por los estantes hasta topar con un libro nuevo y reluciente cuyo título llamó poderosamente su atención: “Los hombres que no amaban a las mujeres”. ¿Cómo serían aquellos hombres e n cuyo corazón no había sitio para ninguna Dulcinea? Tal vez necesitaban consejo de un noble caballero como él. Sin pensarlo un instante, se coló dentro. Quizás la mayor aventura todavía le estaba esperando.



Juana Mª Igarreta

jueves, 28 de agosto de 2014

La maleta (II)

Como en todos los cumpleaños, los recuerdos, formaban una parte indivisible con la realidad más cotidiana. Una memoria profunda como la suya, tiene la particularidad de que te puedes tirar y bucear en fondos abisales, repletos de imágenes semi-borradas, pero que ahí están; impertérritas al paso de los años, inmunes a la presión de océanos de olvidos.

A lo lejos, en lo más profundo, divisó una maleta: conocida, pero que no ubicaba perfectamente en el espacio-tiempo. Estaba cerrada, con llave, y claramente alguna vez había sido suya. Tenía en los lomos pegatinas de otros lugares, de fronteras conocidas, de otros países que su juventud hubiera resuelto sin esfuerzo. Fue a tocarla, cuando asustada, se percató que esta se movía. No podía ser. Un recuerdo es consciente, no puede tomar iniciativa...

Con poco oxígeno con el que resolver, intentó ubicar el objeto rebelde y no pudo sin más, que abandonar el recuerdo sin resolver de qué o quién se trataba . De todas formas era imposible que su amigo estuviera vivo tantos años dentro de aquella maleta, en donde una vez intentó meterlo para que formara parte de su vida.

Los niños tenían hambre y su hombre la miraba sonriendo como aquél que no tiene ni la más mínima sospecha de que una maleta vieja pudiera abrirse sola, sin la llave que una vez su dueña tiró al fondo del rincón más oscuro y olvidado que existe.

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La maleta (I)

Al despertar, abrió los ojos lentamente, como el que quiere despedirse poco a poco del mundo de los sueños y enfrentarse armado a un nueva jornada. Y es que no era un día más, era su aniversario, su cumpleaños. Una fecha marcada de diferente color en la agenda, dependiendo de su estado de ánimo, o mejor, de aquello en lo que su mente divagara.

Su vida estaba más o menos estabilizada. Tras varios volantazos en los últimos años, por fin, otra vez se sentía en el rumbo elegido. Las risas de unos niños felices, un hombre libre durmiendo en su cama... un paisaje idílico construido en cada minuto que la vida le había cedido a golpe del esfuerzo medido.

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miércoles, 27 de agosto de 2014

Pasando de historias

En cuanto sus padres salieron de casa, Andrés abandonó apresurado su habitación dejando plantados a Luis, María Antonieta y los demás. Recorrió el pasillo como una liebre acosada y, ya en el comedor, se lanzó en plancha sobre el parqué encerado para darle al play con la punta de su juguetón pulgar.

Y es que, por mucho que el examen fuera mañana mismo, para él era más importante disfrutar de un buen partido del Fifa que conocer las causas y consecuencias de la dichosa Revolución francesa.



Miguel A Algarra (relatos en minúsculas)

jueves, 21 de agosto de 2014

La siesta; placer de dioses

“Y al séptimo día descansó” asegura el Génesis.

¿Pero que creen? ¿Qué en los seis anteriores no se tomó ni un momento de reposo?

Seguro que después de trabajar duramente para encontrar un azul irresistible para el mar o para pintar un ojo de agua en cada pluma del pavo real, tuvo que pararse y descansar.

Fijo que eligió para ello una nube blanca y esponjosa en la que reposar sus cansados huesos.

Tal vez buscase para relajarse  un sitio bien ventilado en el que una leve brisa meciera sus cabellos… y así, en un placentero duermevela, soñando con una planta que produjera higos o con la  linea para la cintura de la mujer, perdería dulcemente la consciencia.

Las campanadas del reloj de la plaza me desploman bruscamente sobre el mundo de los mortales y dejo que Yahveh siga con sus “afanes” mientras yo me incorporo a los míos, eso sí, me siento como dios después de una siesta divina.



desasosegada

lunes, 18 de agosto de 2014

Divina luz

Creó, sin dificultades, cadenas montañosas y ríos caudalosos; desiertos secos y azules mares. No encontró problemas para poblar la tierra de animales y plantas. De un soplido, dotó de vida a las aves que surcan los cielos; y un gesto suyo fue suficiente para llenar de peces los océanos.

Sin embargo, cuando le pedimos iluminar el mundo, surgió el dilema. Y, tras comparar las distintas opciones, tan abusivas le parecieron las tarifas que, en un último alarde de generosidad, nos obsequió con el fuego.



Miguel A Algarra (relatos en minúsculas)

lunes, 11 de agosto de 2014

Otros agostos

Como los campos de fútbol sin fútbol o las cajas de bombones sin bombones, mi parking desnudo de coches, produce desasosiego.

A media luz camino entre las desoladas columnas esquivando algún que otro vehículo que parece abandonado en medio de la nada. Allí, al fondo, el mío hace un guiño de complicidad, como si fuese un perrillo que huele el paseo.

Las calles no son las mismas en verano, ni su ritmo, ni su luz. Reverbera el sol en el asfalto como si exigiera un pavimento menos brutal contra el que estrellarse.

¿Y el ruido? ¿Qué me dicen ustedes de la voz de las ciudades? Esa potente y bronca voz formada por tráfico, risas de los niños y sirenas de las ambulancias se vuelve ahora un susurro y se oyen los pájaros, se lo juro, si ponen atención pueden oír los trinos estivales de los pajarillos urbanos.

En fin, late la vida con sordina en agosto y los que aquí estamos, a caballo entre oficina y piscina, esperamos que disfruten de sus v acaciones, para que a la vuelta, que siempre hay una vuelta… no se olviden, podamos dejarles el timón de la nave y marcharnos a disfrutar de nuestro tardío descanso.



desasosegada

jueves, 7 de agosto de 2014

El rey sol: agosto, agosto...

Recuerdo, de niño, cuando salía al campo de La Alcarria. En el tiempo de la siega. Que doraba los campos de un oro y amarillo furiosos, infinitos.

Y, a veces, me tropezaba con las chicas y las mujeres por los caminos polvorientos. Eran como momias egipcias, vendadas de arriba a abajo, cubiertas de blanco, excepto los ojos, misteriosos y oscuros. Como pozos hondos en el interminable horizonte quemado, abrasado por el sol.

Entonces a las mujeres les gustaba la blancura en agosto. Como a las japonesas en todo el año. Quizá sabían, o intuían, lo que una vez dijo el maestro: Una mujer blanca y sin ropa, está doblemente desnuda.

Hoy me atorro, como todos, en una playa del Levante. La verdad es que el solazo frente al vaivén de las olas tiene su encanto. Esa dejadez, esa laxitud compartida, ese dominio absoluto del rey sol casan a la perfección con ese estado de ánimo que nos ofrecen los largos agostos aburridos y divertidos a un tiempo. Aburr idos por el día y por la noche, ¿quién sabrá?

Y las chicas se doran, se fríen al sol, vuelta y vuelta. Desconociendo, o tal vez no, que lo mejor siempre será ese espacio blanco y doblemente desnudo entre tanto marrón de quemazones y potingues.

Pero uno aprendió hace tiempo que no se pueden, ni se deben, imponer los paisajes. Ni exteriores, ni interiores.

Sino adaptarse a ellos. Formar parte de los mismos como una pieza más del puzzle en el que agosto nos engulle a todos.

Porque es el tiempo del rey sol. En el que todo quisqui claudica, excepto que esté a la sombra o enchufe el “Air conditioning”.

Y piensa entonces, fresquito, cuánto calor debían pasar mis paisanas de La Alcarria, o las japonesas, entre otras, por lucir blanquitas. Por renunciar a inclinar la cabeza ante el rey sol.

Y yo me meto y salgo del agua, cada dos por tres. Y luego vuelvo a la sombrilla. Porque soy de los falsos morenos a los que el sol l es sienta mal. Y no se doran ni aunque los lleven a la hoguera de la Santa Inquisición.

Como mucho se van poniendo rojos como un tomate. Quizá es que a uno no le gusta arrodillarse. Ni ante el rey sol. Ni ante la madre que lo parió. Agosto, agosto…

Había una canción que no sé si recuerdan: Cuando llegue septiembre, todo será maravilloso… Pues eso.

Francisco Rodríguez Tejedor

martes, 5 de agosto de 2014

Aires de guerra

—Mejor te largas ya —me espetó tras la servilleta—, pero una cosa te advierto —un trozo de espinaca ocultaba parte de su colmillo— que la casa me la quedo yo. Y a los chicos, ni tocarlos.

Resopló exasperada y las llamas de las velas se estremecieron. Entonces se acercó a nuestra mesa un violinista sin tacto para atacar una pieza romántica junto a su melena. Ella clavó muda sus uñas rojas en el inocente mantel blanco y el músico también comprendió que las guerras estallan sin esperar a los postres. Acabábamos de perder la paz y el tiramisú.

La lengua salvada (Mikel Aboitiz)

lunes, 4 de agosto de 2014

Luna llena sobre la tierra prometida

Estampidas de luz y humo inundan la noche ardiente, desgraciadamente, esto no es una fiesta.

Con los niños en brazos y lo imprescindible en una mochila, echamos a andar, “quizás buscando la vida o buscando la muerte, eso nunca se sabe”

Como la mujer de Lot no puedo evitar mirar atrás y veo alzarse columnas de humo en lo que hace un momento era nuestra casa.

La luna llena ilumina las hileras humanas al borde de la carretera y torna blanquecinos los aterrorizados rostros.

Tal vez tengamos suerte y podamos cobijarnos en algún lugar.

Tal vez podamos pasar allí una noche tranquilos, sin bombardeos, ni muertos.

Tal vez la buena fortuna permita que podamos llegar a un campo de refugiados donde nos espera el hacinamiento, el hambre y la inhumanidad absoluta, pero conservemos la vida.

Tal vez llegue un día en el que sobrevivir no sea el único objetivo.



desasosegada

sábado, 2 de agosto de 2014

Dos orejas

—Ya de joven apostaba fuerte —el anciano hizo una pausa para rascarse el muñón— y no siempre ganaba —sonrió acercándome la baraja mientras a su espalda el esbirro bizco jugueteaba con una navaja.

El manco abrió con mano hábil el maletín rebosante de billetes añadiendo: — Tú eres joven, como lo fui yo un día – se miró con cariño el muñón—. ¿Que qué gano? Pervivir en tu recuerdo: nunca me olvidarás.

Aquella noche decidió la carta más alta. El viejo tenía razón. Desde entonces, cada mañana al ponerme las lentillas, añoro mis gafas pensando en él.

La lengua salvada (Mikel Aboitiz)

Primer fin de semana de agosto

Una vez más, se presentó puntual a su cita anual. Cada año, superaba un poquito más las expectativas. Llevaba el peso de su carisma, de todos los estratos que una memoria puede acumular sin desplazar tierra firme.

Su nombre esta grabado a fuego en la piel de todas las quimeras. Desde esa tarde de enero, que empezamos a fabricar las esperanzas más utópicas. Es el fuego purificador al que nos entregamos redimiendo nuestros pecados.

El problema empieza exactamente cuando toda esa amalgama de conceptos, los guisamos en riguroso directo. Nada sale igual que como lo habíamos imaginado.

De hecho, estoy rellenando los papeles de la separación. No podía haber elegido otra fecha. Parece ser que ella también imaginó sus planes para esta fecha, y yo, no estoy incluido.

Nunca podía haber imaginado que, a la vuelta de vacaciones, mi vida daría un giro tan enérgico. No sé dónde estará ese cordel que solté cuando decidí juntar mi vida a la de esa pers ona que ha cambiado tanto el paisaje hasta no saber donde estoy. La soledad era esto. Pero, por lo menos es Agosto, fin de semana, y podré camuflar mi basura entre miles de personas alegres y anónimas.



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viernes, 1 de agosto de 2014

Humo

Nos miramos en el autobús y la seguí a su casa. Sentados el uno frente al otro en un salón sin cortinas, ella encendió un cigarrillo. Tras la primera calada aparecieron sus años de internado, su adolescencia entre lavanderas, después tosió: el desencanto con los hombres, noches de vigilia en la terraza del Ipanema, su madurez sin esperanza en un hospital de huérfanos. Sonrió con el cigarrillo en los labios, los ojos entornados por el humo, mientras se desabrochaba la blusa. Volvió a toser viajes que no hizo, amores que no conoció, hijos que nunca la esperan. Me alargó el cigarrillo con un leve temblor en los dedos.

―Toma. Apúralo antes de que se consuma ―dijo.

Exhausta, se dejó caer en el sofá.

Miguel Núñez Ballesteros

lunes, 28 de julio de 2014

El cigarrillo

Encendió aquel cigarrillo. Y le sorprendió de que apenas le temblaran las manos.

Se echó hacia atrás en la mecedora. Y contempló el horizonte.

El sol se ocultaba tras las colinas en una bella vista. Entonces dio la primera calada. Y quién sabe por qué, se acordó de la primera que había dado en su vida. De todo lo que representó: Un manojillo de metáforas, de sensaciones, de todo lo que él quería ser. Que sería muy diferente a toda la mediocridad que él pensaba que le rodeaba.

Vinieron luego todos aquellos momentos, aquellos flashes luminosos, de cuando era joven. Llenos de amor, de belleza, de plenitud y de fuerza: chispazos de camaradería, de risas, de diversión, De la paz sedosa entre las sábanas tras hacer el amor.

Y los puros de los bautizos de sus hijos. Esos alumbramientos cegadores que llenaron su vida un cuarto de siglo más. Hasta que volvió la soledad.

Y, luego, más tarde, todas las caladas que vinieron para combatir y c ompensar la ansiedad de cada día, y las frustraciones. Los engaños de los oropeles y de las zanahorias. El consuelo ante tanto dolor.

Luego dejó de fumar. Como de tantas otras cosas. Aunque no del todo. Como la vida se va yendo. Nos va dejando. Aunque no del todo.

El sol se había ocultado casi ya. Y, en un momento, no supo ni cómo, tuvo la certeza, estas cosas dicen que se saben cuando llegan, de que aquel sería el último cigarrillo. Tal vez fue aquel ligero vértigo en el horizonte, aquel remolino del paisaje, que en realidad era el remolino de toda su vida.

Y sus ojos se quedaron, luego, fijos en la lontananza. No llegaría a recordar ya si en los últimos rayos luminosos del sol o en las penumbras oscuras de la umbría.

Y el cigarrillo siguió ardiendo entre sus dedos. Borrando las huellas únicas de sus yemas. Quemando todos los rastros del dolor.

Hasta que por fin se apagó. Como se apaga toda luz. Cuando viene el último silencio.

Solo las volutas siguieron ascendiendo por el firmamento. Cada vez más alto. Cada vez más difusas.

Hasta más allá de las estrellas. Esas luciérnagas luminosas, que ahora él lo sabe, son los rescoldos que quedan de todas las ilusiones, de todos los desvelos, de todos los amores, que se han acumulado desde que el mundo es mundo.



Francisco Rodríguez Tejedor

viernes, 25 de julio de 2014

La tierra prometida

Me despierta un ruido fuerte, algo así como el estallido de un cohete en fiestas.

Enseguida viene mamá y me obliga a levantarme. Yo me resisto porque tengo muchísimo sueño, pero como veo que no está el horno para bollos me conformo enseguida.

En casa hay mucho barullo y mamá dice que me vista porque nos vamos de excursión. Debemos llevar bastante merienda porque todo está lleno de bolsas.

Hay que andar un rato larguisimo por una carretera llena de gente, todos parecen tristes y cansados, así que yo creo que a todos les pasa como a mí, que van a la fiesta a la fuerza.

Me aburro, me canso y me duelen los pies, pero me callo porque ya soy una niña mayor.

Ya de día, llegamos a una iglesia muy bonita, pero está llena de gente.

Al rato vemos una escuela y allí por fin paramos. La buena noticia es que hay montón de niños. La mala que no nos dejan jugar, ni hacer ruido.

Con este panorama me ovillo en un rincón e intento dormir. E ntonces me pongo a imaginar como será la vida de los niños que viven en otros sitios, seguro que ellos y pueden jugar tooooodo el rato que quieran con sus amigos y que cuando ven que la luna se asoma a su ventana pueden dormir toooooda la noche.

Pero claro, ellos no viven en “la tierra prometida”



desasosegada

martes, 22 de julio de 2014

El intruso

Los perros vieron una luz potente en el campo y comenzaron a ladrar. Un raro espécimen apareció en medio del resplandor y caminó hacia el casco de la estancia. Alertado por los ladridos, el capataz salió a enfrentarlo. El intruso, advertido de su superioridad física, no se dejó intimidar; si el informe de inteligencia era correcto, nadie en la Tierra podría vencerlo en la lucha cuerpo a cuerpo. Pero el informe contenía algunas omisiones; los terrícolas no peleaban siempre cuerpo a cuerpo, menos para defenderse del ataque de un desconocido en plena noche.

Eso lo supo cuando sintió que la munición del Remington le perforaba el corazón.



Luciano Doti

Mandril

“¡Alejaos de ese animal, es peligroso¡”, vociferó el teniente abriendo de un manotazo la puerta de la cantina. Acababa de enterarse de que el mandril que sus legionarios habían adoptado como mascota hacía dos días era una especie de carácter imprevisible, capaz de infligir feroces mordeduras. “¡Ni lo toquéis, os puede destroz…!”. Pero se quedó petrificado al descubrir a sus hombres en alegre camaradería con el animal. Este vestía una camiseta del Real Madrid y, tras apurar un trago de una bota de vino con estilo impecable, despiojaba por turno a sus compañeros de jarana.

El teniente no salía de su estupor. “¿Qué hacéis, desgraciados? ¡Esta fiera os puede dejar listos de un bocado!” Pero los despreocupados muchachotes lo miraron divertidos y escépticos “No se preocupe, mi teniente, está totalmente integrado en la peña”.

El militar se acercó precavidamente al simio y ambos se observaron con curiosidad, hasta que el mandril se di o la vuelta y mostró su larga espalda, en la que podía leerse: “Cristiano Ronaldo”. Los legionarios se doblaban de las carcajadas, y uno de ellos exclamó entre sofocos: “No se lo tome a mal, teniente Masdeu, el pobre no soporta a los del Barça…”



El Manco del Espanto

lunes, 21 de julio de 2014

El espejo

Cuando amaneció, después de pasar la primera noche en aquel islote, azotado sin piedad y sin descanso,

por el viento y la lluvia, salió de la cueva y volvió a buscar una vez más en los restos del naufragio.

El barco se había partido en dos y se lo había tragado el abismo. Solo él, agarrado a una tumbona de cubierta

y algunos enseres inútiles habían llegado a la playa.

Entonces fue cuando la vio flotando boca abajo en el agua. Con su vestido largo y extendido parecía una mariposa desmayada con las alas abiertas.

Cuando le dio la vuelta se sorprendió aún más. Era la maniquí de la entrada del salón de baile.

…Han pasado 20 años, o tal vez más. Hace mucho que ya no cuenta el tiempo, ni nada. Solo las extrañas bayas y

los peces escuetos que necesita cada día.

En la cueva ella exhibe su vestido de seda y organza, impecable como el primer día y, cuando es primavera,

luce en su pelo unas extrañas y vivaces florec illas.

El viento silba cada día como si no se cansara nunca y él no sabe, o sí, por qué no se ha vuelto loco todavía.

En su refugio siempre hay una sonrisa cálida y también misteriosa. Una sonrisa que se eleva más allá de las negras nubes y de la desesperanza infinita.

…Hoy en un pequeño intervalo de sol, vio un objeto brillando en las olas. Nunca llega nada a este fin del mundo donde se encuentra. Pero esta vez resultó ser un espejo que, tal vez, llevaba flotando en los mares 20 años. O más.

A él le dio una enorme alegría y, luego, un temor muy grande cuando se lo llevó a la cara. Sabía muy bien que, con los años, uno solo es su rostro.

Si alguien lo hubiera visto, lo habría notado hasta relativamente contento.

Era casi un anciano, pero el espejo le mostraba unos ojos todavía vivaces, casi juveniles. Y una sonrisa cálida y amigable. Y también misteriosa. Una extraña sonrisa ajena a la desesperanza.

Y una apostura galante y enhiesta. Como un vivido y experto bailarín.



Francisco Rodríguez Tejedor

sábado, 19 de julio de 2014

Un lugar entre el cielo y el infierno

Juguetea rítmicamente sobre la cama. Desnuda. Limpia. Su bonito cuerpo se exhibe orgulloso, seguro, escoltado por un ejército de hormonas, listas para la feliz batalla. Con los pies enredados en el cabezal, espera su regalo, ansiosa. Imaginando como se deslizará el aceite, con el que él a sacado a pasear sus deseos más prohibidos, alimentados durante todo el día, en forma de palabras...

El pasado le visita continuamente, con una regularidad creciente. Último consuelo donde se agarra el presente en un mítico acto de supervivencia.

El trayecto es corto, solo lo que tarda en cruzar el pasillo, con un arco iris de pastillas, el tensiómetro y ungüentos para las llagas, fruto estas, del apoltronamiento en un lugar que tiempo atrás, fue la expresión animal de ambos, en el inevitable descenso que dibuja la salud, cuando esta viaja, desde las más bellas alturas hacia un terreno que me es imposible describir.

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viernes, 18 de julio de 2014

La lengua del diablo

La figura del diablo se suele asociar a aquellas acciones que se caracterizan por ser negativas o por obrar en contra del sentido común y de lo que una misma sociedad considera como 'buenos modales'.

Algo similar es lo que sucedió con la historia de Madelenne, una joven de pelo rojizo que vivía en la zona de Coímbra (Portugal). Durante su niñez mostró un comportamiento diferente al resto de las muchachas de su clase. Le gustaba estar sola. No quería que ningún otro individuo se le acercase por muy buena que fuese a ser su acción.

Pero cuando Madelenne creció, comenzó a hablar con las demás personas. Malmetía entre ellas tanto, hasta el punto que llegaba a romper amistades y conseguía que dos personas se convirtieran en auténticos enemigos.

Por ello, se ganó el mote de la lengua del diablo. Mote que se popularizó tanto que Madelenne empezó a odiar a todas las personas que vivían en su urbanización. Por las noches se dedicaba a ocupar las vivi endas, esperando a sus víctimas para a posteriori...

Descubre como acaba el microrrelato en: http://

Cristóbal Gallego

jueves, 17 de julio de 2014

Un hotel en ninguna parte

¿Qué como terminé trabajando en este anodino hotel de carretera?

No sabría decirle.

Llegué agotada; cansada de pelear contra mi aciago destino, cansada de abusar de mis padres, de engañar a mis amigos, cansada de cansar, cansada de estar cansada.

Pero las fuerzas no me dieron para continuar la huida y embarranqué en este hotel. Incapaz de pagar el alojamiento me ofrecí como camarera para condonar mi deuda.

Siempre que me marcharía rápidamente pero primero me faltó energía y luego valor.

¡Y aquí me tiene usted! atendiendo a quien decide descansar en este lugar en medio de la nada.

Todos llegan con prisa; unos huyendo y otros buscando, pero todos afanosos.

Yo me limito a hacer por todos, lo que hoy estoy haciendo por usted; procurar que descansen para que al día siguiente puedan seguir corriendo, como ratones dando vueltas en la misma rueda.

Yo estoy bien aquí porque sé que da igual cuanto galopemos, todos estamos atrapad os en nuestra soledad y que este es un lugar tan bueno como otro cualquiera para ver pasar la vida.

Cada mañana les despido con un cordial “Buen viaje” y les dejo que sigan peleando con sus fantasmas.



desasosegada

miércoles, 16 de julio de 2014

Estando en la playa

Vigilando a los que juegan a palas en la orilla.

Observando a los que no separan la vista de una pantallita de móvil.

Esquivando a niños que corren como gazapos dejando lluvia de arena.

Escuchando conversaciones de este lado de un teléfono.

Saboreando un mejunje que se obstinan en llamar sangría.

Oliendo a fritangas y cremas de protección solar.

Notando en la piel cómo el sol engaña tras la sombrilla.

Leyendo, en los intervalos, la novela que guardo para vacaciones.

Disfrutando un poco de la tranquilidad del mar.

Ando anhelando que acabe esta semana de playa. Para olvidar.

Albada

martes, 15 de julio de 2014

El fantasma declinante

Mi manto, el manto que me permitía sentir cierta corporeidad, se deshilacha, va desapareciendo, cada vez es más pequeño. No sé qué quedará de mí cuando todo acabé. ¿Será el fin?

Al menos, no tendré que soportar sus risas, sus burlas, que me lancen líquidos, restos de comida. Quizá ahora podré recorrer la casa sin que noten mi presencia, más tranquilo. Podré observarles sin que sospechen que les espío. Seré yo quien se burle de ellos.



Juan Pedro Ortega Sánchez

El tren

La niña le dijo, sin hablar, adiós. Con aquellos ojos negros, profundos y misteriosos, que temblaban de pena. Luego se dio la vuelta ante lo irremediable. Y le ofreció al chaval un último recuerdo con su melena, que era como una densa cortina con la que ocultar las lágrimas.

Acortarían la distancia con las cartas que se escribirían todas las semanas. Y se sentirían, el uno al otro, a cientos de kilómetros, poniendo el oído en la vía del tren que unía sus dos lejanas ciudades.

El solo recibió las dos primeras, aunque cada semana enviaba la suya. Así pasaron los meses mientras una

honda pena iba llenando el pozo de su amargura hasta el brocal.

Como cada día, aquella mañana se acercó a la vía. Puso su oído sobre el raíl. Había llorado tanto y se sentía tan deprimido que se quedó dormido.

Vino el tren, el no sabría explicar cómo lo vio sin despertarse. Y le segó la cabeza. Sólo sintió cómo el agua de aquel pozo se teñía de r ojo e inundaba los raíles como un inmenso lago.

Su mamá lo despertó para ir a la escuela. Y, sorprendido, se encontró descansado y alegre.

Cuando llegó a la vía puso de nuevo su oído en ella. Sentía cómo un pálpito extraño.

Pero el cartero no tenía nada para él.

Abatido entró en la escuela. Y, de repente, se topó con unos ojos azules, de cielos limpios y claros, que también lo miraron.

La hija de los nuevo ferroviarios acababa de llegar. Por muchas razones nunca la olvidaría.



Francisco Rodríguez Tejedor

sábado, 12 de julio de 2014

Atención, Andrómeda

Atención, Andrómeda. Algo ha fallado en el salto hiperespacial. Mis compañeros han quedado atrapados en la órbita de Saturno y sólo yo he llegado al planeta azul. Por suerte traigo el dispositivo de clonación instantánea, por lo que puedo mimetizarme con los nativos. He encontrado unos pocos, no parecen peligrosos, al contrario, salieron huyendo, pero los he seguido y ya soy uno de ellos. Tengo unas orejas largas, unos dientes grandes, y además me dedico a comer zanahorias. No he podido sacarme la escafandra, así que me miran con extrañeza. Pero, atención, ahora se oyen unos estampidos y mis nuevos congéneres huyen de nuevo. Por si acaso les sigo y ¡horror!, descubro que otros seres más grandes nos persiguen a toda velocidad. Gritan algo como “¡guau! ¡guau!” y es evidente que no vienen en son de paz. Me libro de la escafandra, corro y corro. ¡Socorro, Andrómeda! ¡Mi casa! ¡Mi caaasaaaaaaa!

Serie B

jueves, 10 de julio de 2014

La vida de Adela

Todos nos hemos parado a pensar, en algún momento de nuestras vidas, si merecería la pena seguir luchando por alguna de las cosas que antes nos hacían sentir bien. En cambio, Adela era distinta a los demás. Ella no se preocupaba, ni lo más mínimo, en los problemas a los que tenía que enfrentarse. Su filosofía de vida era "Pa' que me voy a preocupar si lo único que hago es perder parte de mi tiempo".

De este modo, Adela poco a poco consiguió hacer de los problemas de su vida, unas simples anécdotas que contar a sus conocidos. Por ejemplo, un día se enteró que no había pasado las oposiciones que tanto tiempo había estado preparando, pero logró hacer de ese inconveniente, una nueva meta por la que luchar. Por lo que podemos decir que Adela empezó a ver la vida de color de rosa.

Podéis encontrar este y otros microrrelatos en la siguiente dirección: http://ladialecticadelasimagenes.blogspot.com.es/

Cristóbal Gallego

La huella de los otros

¡Vaya usted a saber porqué, viajar en tren me encanta!

Su leve chacachaca me amodorra y me da por fabular. Hoy me afano buscando en mis vecinos las huellas de sus seres queridos.

Esa niña repeinada aferrada a la mano de su padre, lleva atados sus zapatitos con un enérgico doble nudo, deduzco que alguien ha querido asegurarse de que no tropiece, de que no caiga y se lastime.

Los chavales de ahí adelante se van de campamento, todos ríen despreocupados como si nada pudiera estropear la excursión; en otro vagón, sin duda, su profesor estará repasando billetes, reservas, autorizaciones.

Aquel hombretón saca de su fiambrera una hermosa tortilla, que sugiere el madrugón de alguien que se ha quedado en una casa con olor a fritanga.

En todos ellos descubro la presencia de “los otros”, de aquellos que les aman.

Veo asomar de mi bolso el plano de la ciudad a la que me dirijo y sé que tú lo has puesto ahí porque sabes que soy proclive a perderme, porque sabes que sin ti estoy perdida.



desasosegada

martes, 8 de julio de 2014

¿Internet?

Esta es la historia de una familia normal, un matrimonio, un niño y un viejo anciano que vive pendiente de no tropezar con ningun juguete de su nieto para no volverse a romper la cadera.

Como en toda familia normal, todos los miembros comen juntos, por supuesto también en los días festivos.

Pues el relato de hoy ocurrió uno de esos días festivos, concretamente en el octogésimo-octavo aniversario del viejo. Una vez ya se había empachado de tarta de tiramisú, una de sus favoritas, llegaba el turno de los regalos.

El pobre viejo no esperaba nada, pero le sorprendieron cuando sacaron una caja envuelta con un papel azul que relucía más que los rayos del caluroso sol de aquel día.

Pero si la sorpresa no fuera poca, descubrió que dentro de la caja había un ordenador. Si el hombre nunca había usado nada parecido, ¿qué uso le daría a semejante artilugio?. Por ello le preguntó a su nieto para que servía un ordenador; cuando le respondió que se p odía utilizar para navegar por Internet, el viejo preguntó...

¿Internet?

Cristóbal Gallego

Los ojos de Sasha

En el cénit de la tormenta el casco del carguero se desgarró contra el arrecife. El muchacho despertó a media mañana desnudo y varado en la playa. Había sido el único superviviente.

Se vio rodeado de una panda de gorilas jóvenes. La isla estaba llena de gorilas. Y a él le enseñaron a ser uno más. A saltar, a jugar, a correr, a reír, entre los cocoteros. Había una muchacha, él lo diría así, que se llamaba Sasha…

Unos años más tarde vino otro barco y volvieron a vestirlo con zapatos. Y los gorilas llenaron los zoos de medio mundo

Hoy, con la vida ya vencida, en frente de los barrotes, mira a la nieta (¿por qué no?) de Sasha en la jaula del zoo.

Sabe que le llaman el loco de los gorilas, porque siempre está allí mirando. Cuenta a todo el mundo su historia.

Pero nadie lo cree. Y llegan a sus espaldas esos falsos comentarios: “Yo lo conozco, es un desgraciado. No sabe ni nadar. Anduvo de orfanato en orfanato. Y, luego, gastó su v ida descargando barcos en el puerto. Se casó con una víbora que lo exprimió y, con el divorcio, lo dejó escurrido. Como un bacalao al sol”.

Cuando arrecia la tristeza él va al zoo. Y mira a Sasha a los ojos. Y puede ver en ellos el mundo que una vez, cuando era un niño y tenía toda la vida por delante, soñó.



Francisco Rodríguez Tejedor

domingo, 6 de julio de 2014

Ensalada de verano

Bajo la piel seguían latiendo aquellas frases. En los oídos seguían sonando las mágicas melodías. El verano regresaba con su acompasado ritmo de toldos a rayas, y cañas frescas a media voz.

Ellos, que se conocieron sin conocerse nunca, regresaban cada Julio y Agosto al bar de los relatos breves, donde en unas vacaciones compartieran tinta y complicidades, sueños y despertares.

Y es que ellos, los locos de las palabras por hilvanar, los taraditos adictos a dibujar símbolos que podían leerse, nunca partían del todo cuando regresaban a sus quehaceres.

Ignoraban que dejaban jirones de ellos mismos en los párrafos que desgranaban en el bochorno canicular.

Porque, sin darse cuenta, la epidermis recibía el sol de las lecturas compartidas, como una ensalada de verano. Fresca, y siempre por querer volver a degustar.



Albada

UN HOMBRE EN LA CALLE

Un hombre iba por la calle. Caminando por la acera. Llegó al semáforo, justo cuando se ponía verde para los peatones. Pero él no cruzó.

Lo vieron tocarse el pecho un momento y luego agarrarse a la farola. Hasta que de repente cayó de bruces, medio cuerpo en el carril bus y otro medio en la concurrida acera.

Hubo una inicial sorpresa. Como si el mundo de repente se parara.

Los de la acera hicieron un corro rodeándolo un tanto estupefactos, mientras fijaban firmemente sus pies en el suelo, para aguantar las acometidas de los de detrás, que querían saber lo que pasaba.

El autobús frenó unos metros antes de su cuerpo. Y el conductor y los de delante esperaron, ansiosos, que el camino se despejara. Los de detrás , que son lo que mas prisa tienen siempre, empezaron a increpar al conductor al momento.

Alguien pensó que estaban rodando una película. O un reality show. Y rápidamente sacó su móvil. E hizo una foto. A los pocos segundos ya est aba en Twitter y en Facebook. Pero no una vez, decenas. Puesto que todos los espectadores habían hecho lo mismo

Pero no era una película. El actor no se levantaba. Y solo hacía falta verle la media cara que enseñaba, con la boca abierta y los ojos extraviados para intuir que estaba muerto. O medio muerto.

Entonces todos, al unísono, llamaron al 112. Eran tantos que se bloqueó la línea por unos minutos. Por fin, después de pedirles mil detalles enviaron al Samur.

Mientras tanto alguien pretendió acercarse. Todos lo miraron como a un loco. Inclusive él mismo retrocedió recordando los líos que tuvo la última vez que socorrió a un motorista tendido en la carretera. Papeleos, juicios y hasta amenazas del propio accidentado, para que no declarara que iba sin casco.

Así que llegó el Samur y nada pudo hacer ya. Tal vez si alguien le hubiera dado la vuelta al menos, hubiera aguantado respirando unos minutos.

El autobús volvió a arrancar y la gente de la acera se miraron unos a otros felices. A ellos no les había tocado. Por lo menos esta vez.



Francisco Rodríguez Tejedor

sábado, 5 de julio de 2014

EL SITIO DONDE NACI

Hace varios años que no escribo en este blog. Tan especial para mí. Fue una etapa importantísima y única. Una fuente inagotable de experiencias. Que tuvo su tiempo. Aquel tiempo que fue suyo y de nadie más. Luego, mi blog, Facebook y mis textos largos me acabaron alejando.

Pero nunca he olvidado este sitio ni a los escritores pioneros que lo iniciamos. Aquí anuncié la publicación de mi primera novela: “El día que fuimos dioses” porque entonces todavía escribía con asiduidad en él.

Y hoy vuelvo a este blog, por una parte porque muchos de aquellos microrelatos que yo escribía fueron seleccionados por mi editorial para una antología amorosa: “Los mejores 101 momentos de amor”, que se publicó a finales del pasado año y recientemente como e-book. Los que lo han leído habrán comprobado que cito y agradezco por sus nombres a todos aquellos escritores de 280 que me ayudaron con sus estrellas y comentarios entonces.

Y por otra, y más impo rtante, vuelvo porque hoy me ha inundado una ola inmensa, un tsunami de nostalgia, que me ha traído hasta aquí.

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Francisco Rodríguez Tejedor.

viernes, 4 de julio de 2014

El Blues de la Ciudad Abrasada

El viejo del traje negro parecía estar en las últimas, pero bailaba bien, con chulería de bluesman alcohólico. Me gustaba cómo sonaban sus zapatos sobre el asfalto caliente. Mi ciudad, esa puta cara, sonreía y me mostraba sus encantos. Olía a piel de mujer acariciada por un sol perezoso, lúbrico. Y todo era gratis. De pronto, me di de bruces con él. Sentado en una vieja silla de ruedas, aferrado a un micrófono conectado a un magnetófono destrozado. Cantaba, intentaba cantar. Cerré los ojos, pidiendo que parara, por favor. Su alma supuraba y el aire se pudrió de golpe, la tregua acabó, y él era joven, sólo nos separaba un golpe de mala fortuna, un mal nacimiento, una mala caída. La puerca mala suerte. Cuando volví a mirar él callaba, fatigado, y una puta vieja y devastada desafinaba al micro. Seguí caminando, y ya nada era gratis, y el sol sólo un jodido disco molesto y abrasador en el cielo.

Hank66

El voyeur

Blanca cabalgaba sobre mí en el asiento trasero de mi coche, estacionado discretamente en un descampado. Su pelo caía alrededor de mi cara, impidiéndome ver cualquier cosa que no fuera su mirada ardiente y su boca entreabierta de placer. Atisbé al hombre a través de su melena sedosa. Estaba parado junto a la ventanilla, su mano derecha perdida en su entrepierna. Me extrañó su expresión, triste y melancólica. Lo miré con rabia y sorpresa. Blanca también lo vio, y con un leve gesto congeló mi reacción. Su cuerpo febril pareció recargarse de lujuria, y acabamos al mismo tiempo. El hombre lloraba mientras Blanca lo miraba jadeante. Hoy, un año después, he vuelto al descampado. Me he acercado al coche y he espiado a la pareja que fornicaba con furia en el asiento trasero. Pegando la cara al cristal, he tenido el orgasmo más triste de mi vida, justo cuando Blanca ha clavado en mí sus ojos llenos de salvaje obscenidad.

Hank66

viernes, 27 de junio de 2014

¡Cuando pienses, dispara...!

Cuando el tiempo jugó a disfrazarse de miedo, robó nuestros mejores años. Aquellos que nunca vuelven. Pertrechados en excusas, dimos la espalda a todo lo que nos construye.

En las esperas, erigimos una vida entre los rescoldos que siempre perduran. Todo había cambiado.

Sobre las ruinas de lo que pudo haber sido, quedó la supervivencia como única excusa ante todas las miradas que nunca obtuvieron respuesta.

21

El don de ser inoportuno

La noche dejó un cadáver en el malecón. De hecho, lo sorprendente para ellos, fue el hecho de que arrancando un hilo oscuro del pantalón, quedase el cuerpo casi desnudo. Pretendían apartarlo de delante del coche.

la bajo la luna brilló la imagen pétrea de un striper, cerca del noray del yate de veintiún pies.

Luis y Susana tiraron de un cabo, que les acercó la nave, baja y rápida. Sacaron el resto del alijo. Mirando de reojo el muñeco roto.

No habían calculado que un tipo musculoso les descubriese en su trabajo nocturno, ni que el sujeto descamisado quisiera hacerse el héroe.

Posteriormente se les pudo ver guardando la cadena de hierro y el alijo en maletero de un Audi, y arrancar despacio sobre la grava.

Les vi partir hacia la ciudad, dejando un monigote con taparrabos, una botella de ron casi vacía, y una camisa nadando en las aguas tornasoladas del mar del pequeño puerto.

En mitad de la noche, alguien había estado en lugar menos oportuno.

Albada

miércoles, 18 de junio de 2014

Asida por pescador.

Hablaba con los corales cuando algo me aguijoneó de repente. Sentí cómo el dolor se adentraba en la piel de mi cabeza.Hice el gesto de arrancar lo que fuese, pero mi larga cabellera me impedía deshacer los nudos, por desasirme del garfio diminuto incrustado.

Alguien empezó a tirar del hilo. Hurgué entre mi pelo. La fuerza del otro lado, contrarrestaba mi avance hacia una roca en alta mar. Mis manos se rasgaron contra el sedal, en un vano intento por despertar. La guerra por liberarme me extenuaba. Y me rendí.

Antes de dejar de respirar, exhausta y chorreando rabia y agua, con lágrimas que no podrán distinguir, alcancé a escuchar cómo decía alguien en la playa –“!vean! es una sirena, llamen a la televisión”.

Eso que ahora ven en el acuario, alguna vez fui yo.

Albada

jueves, 12 de junio de 2014

Macro-micro

Nunca le he confesado a mi mujer que lo que de verdad me cautivó de ella fue su escaso uno cincuenta, aunque quizás lo intuya, porque en los momentos de mayor intimidad y arrebato siempre la llamo, entre suspiros, “chiquita” y “pequeña”. Y es que siento debilidad por todo lo diminuto. Vivo por gusto en un apartamento de veinticinco metros, y creo que he tenido todas las marcas y modelos de coches tipo mini. Tengo perro, y ¿saben cual? Lo adivinaron, un chihuahua. Mi personaje infantil fue “Campanilla”, y en materia de arte prefiero el minimalismo, más que nada por el nombre. Por supuesto mis calzoncillos son tipo “slip” y, ríanse si quieren, pero incluso me gusta que los zapatos me aprieten un poco. Así que no les extrañe si ahora mismo siento (aunque el adjetivo me repugne) una inmensa felicidad: siempre soñé con ser el protagonista de un microrrelato.

Serie B

miércoles, 11 de junio de 2014

Metamorfosis

Se ovilla sobre las baldosas frías y empieza a temblar. El sudor profuso, con aroma a desventura, va anegando cada poro de su piel. Una capa gelatinosa va recubriendo el ovillo pulsátil, que yace en el rincón, hasta hacerlo amarillento y dúctil.

El siguiente paso es la maceración de las articulaciones y su reorganización celular posterior.

Cuando el ser durmiente se abre paso hacia la luz, las alas, plegadas aún, han de desplegarse lentamente, antes de echarse a volar.

Al fin, la metamorfosis ha concluido.

LA PRIMERA FRASE era el inicio obligado para el programa "relatos en cadena" de la cadena SER

Albada

Sumisión

La noche, está negociando treguas en las esquinas de tu vida. Y, aunque nada ha cambiado, el ambiente bosteza rumores que la mañana rubricará.

Todo sigue igual, tranquilo, lento, dejándose llevar, como ajeno a sueños esbozados a fuego en las mismas entrañas del alma. Todavía no eres consciente de tu rendición total.

21

lunes, 9 de junio de 2014

Preposición estival

A tu vera la sombra se me antoja, como fruto ante un sol que se atempera.

Bajo las hojas no cabe dormir, sino de forma placentera. Rojos y verdes que se engalanan, desde la última hoja en la cintura de la higuera.

Entre haces de luz, la tibia grama. Hacia la encalada casa, y hasta el final de la era, para poder mírate, todos te esperan.

Por ver tu pelo, según el aire. Sin reparar que sueñas, con tus deseos. So pena de despertarte sobre tu dulce arena.

Tras verte, me acerco a ti. Y me arrincono a tu lado, a echar la siesta.



Albada

Preposición estival

A tu vera la sombra se me antoja, como fruto ante un sol que se atempera.

Bajo las hojas no cabe dormir, sino de forma placentera. Rojos y verdes que se engalanan, desde la última hoja en la cintura de la higuera.

Entre haces de luz, la tibia grama. Hacia la encalada casa, y hasta el final de la era, para poder mírate, todos te esperan.

Por ver tu pelo, según el aire. Sin reparar que sueñas, con tus deseos. So pena de despertarte sobre tu dulce arena.

Tras verte, me acerco a ti. Y me arrincono a tu lado, a echar la siesta.



Albada

viernes, 6 de junio de 2014

Natha II

Cuando llegaron al borde de la alberca, las luces, destacaron como una irregularidad de la tensa superficie del agua, un rostro apenas emergido. Natahin, había llevado para las vacaciones, la mochila escolar. Volvía con ella, cargada de manzanas.

El peso seguramente, no fue suficiente para sumergir el diminuto cuerpo, ni dejarlo boca abajo, como en los ahogados suele suceder. Los ojos los tenía abiertos, sin mirada, sin otro brillo que la humedad. sin vida, y sin estrellas que reflejaban la confabulación para clavar las estrellas en ellos, como chinchetas sangrantes en el alma del abuelo, ese temprano día de agosto.

Anónimo antónimo

Natha.I

El horizonte venía con un toldo gris azulado intenso, pronto seria todo lo que el cielo ofrece a los ojos del suplicante. Natha, apenas soportaba el dolor del costado izquierdo, pero decidió terminar la cerca que diera seguridad a su nieto, del pozo que alimentaba la finca.

Pocos días después, pasado una revisión medica, un tractor rompió la tela metálica de la cerca sin percatarse de ello. Su nieto Nathalin , tenía ya un pase hacia la libertad , como un contrabandista, a un espacio de mayores aventuras, y poco más pudo entender el abuelo, que apenas podía hilar con coherencia. Tras cuatro o cinco vasos de vino, no se sabrá jamás, cómo debió suceder aquello que el cielo quiso dejar en oscura intimidad.

Era una noche de verano, rota como una copa de brindis. El presagio por la tardanza, movilizó a Nathan y su familia. La inquietud era un nerviosismo con colores de plegaria. Sacaron el coche del cobertizo que aliviaba el sol sobre un color gris, con p olvo y aspecto de molinero recién sacudido.

anónimo antónimo

sábado, 31 de mayo de 2014

Unheimlich

El pequeño fantasma ululaba, aullaba, casi tronaba. Ora se encogía, ora se estiraba, cual minúscula visión informe, tan dúctil es la sustancia de la que vienen hechos los espectros. No alcanzaba a estabilizar su estructura y su sabanita victoriana mal le cubría, revoloteando indecisa entre dibujar volantes de odalisca, pliegues de capa cruzada o bucles de púrpura imperial.

-Baldomarius, al niño le pasa algo.

Quien así habla es su madre, espíritu descabezado de asesina medieval.

-Ha recibido lecciones de fantasmal gallardía, y su maestro Walpurgis es en su arte el mejor. Vuelto ya de su castillo, en la bien lejana Umbría, demuéstranos con su gesto la pericia del mentor.

Sepan que en vida, Baldomarius fuera un lírico mediocre, y nada había mejorado su presunta ars poética en muerte, en su cargo de aparecido principal.

Una voz profunda, venida quién sabe de qué abisal más allá, sentenció en magistral y docto eco:

-Baldemarius, orgulloso cabezota. Appendix filius tuus inflammatus est.



Somnus Tuus

UN MAL VIAJE (a propósito de “El Beso” de Gustav Klimt)

Dicen que con el ácido no existe la sobredosis, pero no me fío. Yo tengo unas doscientas pulsaciones y mi compañera ha perdido la consciencia. El suelo del apartamento se ha convertido en un jardín refulgente, en un deslumbrante caleidoscopio multicolor, y de él surgen centenares de luciérnagas voladoras que nos rodean zumbando como avispas. Inesperadamente nuestros cuerpos comienzan a elevarse y percibo que flotamos ingrávidamente en un espacio desconocido. El vértigo me sobrecoge, siento en mi estómago una presión insoportable y de mi boca brota impetuosamente un torrente de lava incandescente que incendia nuestras ropas. Desbordado por el pánico, miro a mi chica que, con los ojos cerrados, permanece remota y ausente. Noto entonces que me separo de mi cuerpo y al momento contemplo a un hombre llameante que inequívocamente soy yo y que, con voz angustiada, zarandea y suplica a su compañera, mortalmente pálida: “¡Despierta! ¡Despierta!”.

El Manco del Espanto

jueves, 29 de mayo de 2014

LA SENTENCIA



Después de dos años de juicio Joaquín se dispuso a escuchar la sentencia que por juicio de bigamia le habían comenzado.

El Juez lo encontró inocente y lo mandó para su casa.

Al salir del juzgado Joaquín sacó una moneda, la tiró al aire para decidir a cual de las dos se iba.



LUIS BRUNINI

lunes, 26 de mayo de 2014

Tantibus

Érase una vez una tienda de animales. Una alegre confusión reinaba en su escaparate, una algarabía de tanques, jaulas y terrarios, donde sus variopintos moradores hacían sonar trinos y maullidos, más a orquestilla matinal que a trifulca nocturna.

Allí descubrí la pecera. Su dueño era un magnífico betta, cuya imagen distorsionaban los cristales multicolores que lo aislaban del mundo. Los otros animales formaban a su alrededor, cual espiral de picos y bocas abiertas, mientras él los colmaba de condescendencia y agresividad.

Yo observaba fascinado sus iridiscentes evoluciones y aguardaba en silencio, hasta que decidió comunicarse conmigo. Con el tiempo, creí haber descifrado los mensajes, escuetos y ásperos, que emitía a través de su laberinto. Me parecieron reveladores. Tanto que, ingenuamente, me permití soñar que pertenecía a su mítica especie. Llegué incluso a preguntar su precio y aún así, me encariñé con él.

Un día se revolvió contra mí y sin un crujido de despedida, se esfumó. Lo intuyo aún en su pecera, soberbio y prepotente, con un rastro de crueldad embelleciendo sus escamas, en un vano intento por ocultar su vulnerabilidad. Un dagón monomorfo herido de egolatría.



Somnus Tuus

Una historia

Eran días en sepia; días de jovenes vestidas de uniforme revoloteando alrededor de severas monjas, de cuadernos con olor a goma de borrar y tirantes colas de caballo sometiendo hirsutos rizos.

Treinta rostros se arremolinan en las ventanas para ver pasar las estaciones, el mundo exterior y sobre todo, sobre todo… ver pasar a los chicos del colegio de enfrente.

Todas tímidas, todas curiosas, pero una y solo una con el alma desbocada y el cuerpo en llamas.

Sólo esa se saltará verja, escalará las ventanas y cuchicheará por los rincones incapaz de silenciar su dicha… y un buen día, sin previo aviso, esa niña desaparecerá para siempre de nuestras aulas.

Preguntaremos por ella muchas veces, pero ante las esquivas respuestas, terminaremos por olvidar.

El curso seguirá y sin darnos cuenta llegará el día en el que las verjas del colegio se abran por última vez para dejarnos salir en tropel, marcadas por un objetivo común “Vivir”

Será entonces cuando quizás reencontremos a nuestra antigua compañera que nos observará esquiva, desde el parque en el que vigila a su pequeño.

De la vida de las demás también he sabido, pero eso es ya … otra historia.



desasosegada

domingo, 25 de mayo de 2014

sábado, 24 de mayo de 2014

Rescoldos

La comida termina por hacerse con el calor residual, ¿qué termina por hacerse con el amor residual?

Mayo

Elixir de pasión

Él se fue acercando a vos de manera sigilosa. Te acechaba en los atardeceres, hasta que comenzó a frecuentar tu balcón en las madrugadas. No le fue difícil ganarse tu corazón. Ahora me doy cuenta de que lo que él quería de tu músculo vital era la sangre que bombeaba, no sus nobles y románticos sentimientos. Tampoco le interesaba tu porte de damisela frágil con bellas y lánguidas piernas. Sólo tu sangre, tan roja como las frutillas que mezcló con ella, componiendo un elixir que bebió cual nosferatu.

Voy a extrañar tus piernas.



Luciano Doti

miércoles, 21 de mayo de 2014

martes, 20 de mayo de 2014

Síndrome insular

Cuando el náufrago por fin encontró una orilla, brotaron lágrimas de felicidad con idéntica salinidad que el agua del mar que lo había tenido preso.

Pronto, la euforia inicial mudó en desánimo; todo giraba simétricamente alrededor del único denominador común que cualquier ínsula podía ofrecer: la soledad y el inmenso vacío del azaroso océano que la rodeaba. No pasó mucho tiempo hasta que la cordura decidió crear su propia balsa y zarpar en busca de verdadera y sólida tierra firme sobre la que levantar nuevos cimientos. Desprovisto de razón, se entregó al culto de divinidades vacuas. Sus ojos se tornaron azul esmeralda, con una transparencia inquietante imposible de interpretar y que arrojaba a las profundidades abisales a cualquiera que los observara fijamente, quizá por eso, los piratas que arribaban a esa isla jamás se atrevieron con aquel desdichado y lo consideraron inofensivo para sus tesoros enterrados. Hasta que un día, una balsa desvencijada , aparentemente sin nadie a bordo, cayó presa de las olas y sus ojos se inyectaron en sangre. Nunca más se supo de aquel náufrago. Aunque esto es decir demasiado, porque nunca nadie le echó de menos.



Mayo

viernes, 16 de mayo de 2014

El funcionario

Le deseé que tuviera un buen turno.

–¿Alguna novedad? –me preguntó.

–El departamento de los chivos expiatorios va como siempre –le dije–. Por cierto, creo que hay un Martínez Martínez en la lista.

–¿Martínez Martínez?

–Sí. Te ha tocado. Je, je.

–Ese tipo es insoportable.

Mientras me ponía la cazadora me di cuenta de que, preocupado, repasaba los nombres.

–¡Eres un mentiroso!

–Ja, ja.

–No, si seguro que el tipo ese se presenta. Con la suerte que tengo.

–Bueno. Que me voy. ¡Suerte!

Afortunadamente, no había nadie en el callejón. Hace tiempo que salimos por la puerta de atrás. Muchos ya no se conforman con gritarnos.



Juan Pedro Ortega Sánchez

jueves, 15 de mayo de 2014

Del individualismo

Ella era alta y delgada, él bajo y regordete. Ella de cines, libros y teatros, él de fútbol en los canales de pago, videojuegos y cañas con los amigos. Ella de separar los residuos en orgánicos, vidrios y plásticos, él de "total, por uno, no me voy a cargar el planeta yo solo". Ella de gatos rondadores de tejados, él de perros muy perros en el sofá. Ella de lunas llenas, velas y susurros, él de boas de plumas, sujetadores sin complicaciones y embestidas. Y así, podríamos seguir y seguir...

-¿Y cómo es que estaban juntos?

-¿Quién dijo que lo estuvieran?

Mayo

miércoles, 14 de mayo de 2014

PINCELADAS DE PASIÓN

La lluvia de fuego que lentamente devoraba la ciudad hizo crecer en los campos un tubérculo peculiar. Los que lo comieron fueron objeto de una extraña efervescencia en la boca del estómago y de unas enloquecidas ansias de vivir. Ese año se duplicaron los nacimientos y, en pocos meses, las risas de colores pintaron el gastado gris de los edificios. Una nueva urbe renacía de las cenizas.

Concha García Ros

PARAÍSO O INFIERNO

El barco donde viajaba se hundió siendo yo el único superviviente. Logré subirme a un bote y recogí diferentes víveres esparcidos por el agua. Resignado, me dispuse a terminar mis días esperando ver aquella luz que me llevaría con el resto de los pasajeros.

Cuando casi me desvanecía, divisé algo en el horizonte. A pesar de creer que era producto de mi imaginación, encontré las fuerzas suficientes para sacar los brazos por la borda y ayudarme con ellos a llegar hasta mi meta.

La isla aparentaba estar vacía y, tras salir del bote y caminar unos pasos, me dejé caer en la arena caliente.

Desorientado, desperté en un lugar fresco y rodeado de sombras. Cuando mis ojos se habituaron a la oscuridad, vislumbré un grupo de mujeres que me observaba y acariciaba. Comenzaron a discutir entre ellas, se empujaban y empecé a preocuparme. ¿Sería yo el fruto de su disputa?

Apareció una señora mayor, la líder del grupo, e impuso silencio. Se acercó a m í sonriendo y no sé qué me aterró más: creer que aquella mujer quisiese acostarse conmigo, o que me fueran a comer. Corrí todo lo que pude y volví al bote.

Charo Anadón

martes, 13 de mayo de 2014

Café Tierno Y Besos Cargados (Y Calientes)

El despertar te encuentra acechando bajo las sábanas, a la caza de un pecho que te de cobijo, recrearte en él, en el abrazo vespertino del frío invierno, imprimiendo tu cuerpo con el calor de la sangre. Te deslizas serpenteando por la cama, flotando hacia el espejo que celoso, en la verdad de su reflejo, expone la finura sentenciosa de tu aristas, sabedor de la certeza que le otorga el mirar desde tus ojos. El destello del horizonte marca dónde perderte tras la bruma, difuminando el paso al partir en la mañana, dejando tras de ti, trazos y recuerdos, de sabores y aromas, de Café Tierno Y Besos Cargados (Y Calientes...)

Isaac Ortigosa

El baile de Selene

Era una preciosa y cálida noche de luna, el camino a casa por aquella carretera mágica de la costa no dejaba nunca de fascinarle, en cada trayecto descubría bellas postales del paisaje enmarcadas por juegos de sombras y luces siempre nuevos. En la radio sonaba aquella canción, una sonrisa asomó a sus labios al revivir aquel baile con él. Empezó a cantarla bajito, para no interrumpir los sonidos de la noche… Heaven, I’m in heaven… Fuera de la ventanilla, su mano describía trazos suaves en el aire, la abría como para querer acaparar toda la redondez de la luna cuando al salir de una curva se le presentaba inmensa ante ella, rozaba con la yema de los dedos su reflejo en el retrovisor cuando, juguetona, se escondía tras ella, entonces ladeaba la cabeza y casi sentía cómo le acariciaba el cuello cuando la tenía justo al lado, mejilla con mejilla. When we’re out together dancing cheek-to-cheek…

Al llegar a casa, se lo encontró en el sofá. Sobresaltado , corrió a abrazarla:

-María, por Dios, ¿dónde has estado toda la noche?

-¿Cómo?

Eran las siete de la mañana. No entendía nada, solo se sentía cansada. Para su asombro lo único que acertó a decir fue:

-La luna me sacó a bailar.

Mayo

domingo, 11 de mayo de 2014

CENTELLA

Trasciende la troposfera y purificando el aire viciado de la ionosfera, me colma de auroras boreales y me protege del viento solar.

La mayor tormenta en la que me he visto envuelta se gestó el día en que chocaron impetuosamente nuestras bocas y con ellas un cúmulo de sentimientos y deseos anudados se enfrentaron arrancando un susurro atronador del fondo de nuestros cuerpos.

Mi tormenta tiene nombre propio y voz cálida. Me fascina exponerme, descalza y desnuda, y que toda su carga eléctrica en un segundo me atraviese para luego, hacerse intemporal.

Sobre la cima más alta, somos viento racheado y energía luminosa que rota sobre un eje.

Sublime es el momento en que dejamos de ser materia para convertirnos directamente en vapor y formando una nube colmada de rizos castaños nos hacemos indivisibles y neutros.

Después, cuando la tormenta cesa, la estancia se oscurece y abrazados soñamos la Tierra.





Mercedes Marín del Val le

Receta para montar una bronca familiar

Muy indicada para una cena navideña.

Primero elegiremos unos cuantos agravios recibidos, de esos que siempre hay en la nevera, cuanto más frescos mejor, aunque los hay que resisten bien en el congelador e incluso ganan consistencia. Los picamos bien finos, para que cundan más y suelten su aroma, y los reservamos aparte.

Entretanto habremos batido en la túrmix (¡¡¡prrrrrr!!!!) algunas malas contestaciones mezcladas con unas murmuraciones que nos han llegado por terceros.

Lo mezclamos todo y lo metemos en la olla a presión. Cuando la válvula silbe y eche humo lo vertemos en una bandeja y lo aderezamos con pimienta y unas cuantas guindillas. Lo adornamos con unos saludos de bienvenida a base de unos besos en la sien, por no decir en el cogote, y unas sonrisas de conejo.

Ya en la mesa, no olvidemos poner de aperitivo algunas pullitas salteadas y unas indirectas en vinagre.

Éxito asegurado.



Serie B